Tres precios: dólar, petróleo y oro
Durante el verano pasado asistimos a unas cotizaciones del dólar jamás vistas ni imaginadas: se sobrepasó la barrera de las 150 pesetas para la divisa norteamericana. Esto. trajo como consecuencia inmediata la declaración del Ministerio de Hacienda de que el precio de la gasolina debería sufrir un reajuste en el otoño, y no nos olvidemos de que Boyer vaticinaba un futuro normal de la divisa. Hasta ahí, lo aparentemente lógico sigue su curso normal. O sea, debemos estar dispuestos a pagar más pesetas para adquirir nuestros barriles de petróleo. Esta afirmación tuvo lugar frente a las escaladas incontenibles de finales de julio y comienzos de agosto.Pero frente a las ligeras disminuciones, primero, y posterior declinación de la divisa, para volver a subir y situarse en torno a la cota de las 160 pesetas unidad, ¿qué ocurrirá? Indudablemente, lo que todo el mundo cree que es lógico, o sea, el precio de la gasolina no se mantendrá y, por supuesto, subirá. Aquí, evidentemente, el silencio otorga.
Ahora bien, por otra parte, el que la divisa norteamericana se revalorice les viene muy bien a los países de la OPEP, ya que sus exportaciones serán pagadas en un dólar cada vez más fuerte, que les puede servir perfectamente para aumentar la cobertura de sus importaciones o bien para continuar la industrialización de sus naciones, la cual se venía frenando desde un tiempo a esta parte.
Por otro lado, tampoco hay que olvidar que se venía señalando que, debido a la devaluación del dólar -o sea, la inflación que sufría el propio dólar-, los países de la OPEP habían llamado la atención en repetidas ocasiones sobre lo perjudicial de este fenómeno para el contravalor de sus exportaciones de petróleo, y que deberían reajustar su precio, cuando menos, en el índice de inflación adecuado.
Hay, por otra parte, otro elemento muy importante a incluir en las consideraciones, y es el que se refiere a la variación que ha experimentado el precio del oro y las alzas tan brutales provocadas por las subidas del petróleo, unidas a la falta de confianza en el dólar durante la crisis de los últimos nueve años.
¿Por qué ocurrió lo anterior? Debido á que la inflación, característica de los países en desarrollo, pasó a todos los países desarrollados y ya no fue un fenómeno aislado, sino mas bien generalizado. Frente a esto, las distintas monedas del mundo ya no servían como elemento para guardar valor (ésta, es una característica básica del papel moneda) y los ahorradores e inversionistas institucionales buscaron algunos elementos que les sirvieran para resguardarse de la inflación: esto lo encontraron en el oro.
No hay que olvidar aquí que la evolución del patrón oro al de las divisas no convertibles en oro fue el objeto básico de las reuniones de Bretton Woods (conviene recordar que a éstas asistieron los economistas J. M. Keynes y Harry White). En esta conferencia se crearon el FMI y el Banco Mundial para evitar incidentes como los de los años treinta. Fundamentalmente, lo que se estableció fue un nuevo patrón de cambio del oro con el dólar como única moneda fuerte.
El principal motivo de la subida del precio del oro es la progresiva devaluación del dinero. El oro siempre ha demostrado ofrecer buenas garantías contra la depreciación del papel moneda.
Lo anterior ha ocurrido a pesar de la promesa y de los propósitos de luchar contra la inflación, tanto de los políticos, por una parte, como de los técnicos, por la otra. La única salida que todavía ven es la imposición de todo tipo de controles, que también están conde nados al fracaso. Como ha disminuido el número de alternativas de inversión y de protección contra la inflación, tanto las instituciones como los particulares (incluyendo, por supuesto, a los países de la OPEP) han diversificado sus riesgos y han adquirido oro para su cartera a causa de la creciente crisis de confianza.
Si se intentara calcular los superávit de la OPEP (se cree que éstos podrían haber alcanzado los 100.000 millones de dólares en 1980), y si comparamos esta cantidad con la capitalización, por ejemplo, de todas las acciones cotizadas en la Bolsa de Nueva York, que es aproximadamente de 1.240.000.000.000 dólares (la Bolsa en España, en el mismo año, estaba capitalizada en 16.000.000.000 dólares), nos damos cuenta de que, si se hubiesen mantenido estas cifras, los países de la OPEP podrían comprar casi la mitad de la capacidad productiva de EE UU en cinco años.
Devaluación imposible
Es interesante recalcar que ya en el Gobierno del presidente Kennedy, en el curso de una reunión con Giscard d'Estaing, a la que asistía su consejero de Finanzas, Jacques Rueff, se le rogó a aquél que devaluara el dólar frente al oro, a lo que se negó por considerar esto antinorteamericano.
Por otra parte, los superávit de la OPEP son tan enormes que bastaría que invatieran en oro los pagos de intereses sobre sus inversiones (que suman en estos momentos casi 17.000 millones de dólares) para hacer estallar el precio del metal. Luego vemos que para éstos el problema radica en que invertir, y ésta es una constante a la que dedican mucho tiempo y esfuerzo (lo que han hecho es invertir fundamentalmente a corto plazo).
Como dato curioso e importante cabe señalar que el FMI tiene 100 millones de onzas de oro, que pueden servir como garantía en el caso de querer avalar a los países más endeudados a salir de su crisis financiera.
Volvamos atrás un poco en la historia y vemos que después de la crisis del petróleo los países industrializados reajustaron sus estructuras de consumo de energía y se verificó la reducción de la demanda por petróleo (tal como si fuera un ejemplo sacado de un libro de texto de economía). Los precios, a su vez, se redujeron, la OPEP ofreció un cierto acuerdo de esta bilidad de precios para el futuro y se autorredujeron sus cotas de producción de barriles diarios dentro de la organización.
Pero he aquí a Reagan, en la Casa Blanca, dispuesto a producir el milagro de la recuperación económica de EE UU -lo cual esperaba todo el mundo-, a pesar de sus tremendos déficit fiscales, que siguen disparando los tipos de interés y fortaleciendo el dólar frente a las demás monedas. También ha logrado, de paso, contener la inflación en menos de dos dígitos, y empiezan a aparecer los primeros síntomas de reactivación mundial.
¿Qué puede pasar ahora? Pues ya ha pasado, por ejemplo, que el consumo de petróleo ha aumentado, experimentando la primera inflexión en su consumo descetidente desde la crisis.Ya nos advirtió Nikolai Kondratieff, acerca de los ciclos de la economía mundial -lo cual no es del gusto de los keynesianos-, que después de grandes ciclos expansivos vienen a su vez ciclos recesivos, y que, independientemnte de su duración, nos encontramos de lleno ante un período difícil y crítico.
Una nueva estrangulación de la economía mundial, vía precios del petróleo, parecería demencial. Aunque ya, hace unos días, un país de la OPEP, en una subasta, vendió una pequeña cantidad de crudo por encima de los precios fijados.
Resumiendo, ¿qué tenemos? Si hacemos una revista por orden de aparición veremos que:
a) Hay un dólar más fuerte que puede comprar más oro, o sea:
b) El oro ha reducijo su precio para los poseedores de divisas de EE UU.
c) Estamos en medio de una inflación generalizada o más bien padecemos de una inflación crediticia.
d) El consumo de petróleo ha vuelto a atimentar a nivel mundial.
¿Qué significa esto?
a) Para los países desarrollados, es el caso de EE UU, los precios relativos del oro, materias primas y en general de sus importaciones han disminuido. Lógicamente, al contrario, sus exportaciones se han encarecido.
b) Para los países en etapas intermedias de desarrollo, es el caso de España, los precios de sus importaciones en general, del oro, petróleo y materias primas han aumentado. Por otra parte, sus exportaciones se han vuelto más baratas.
c) Y, por último, para los países en vías de desarrollo no OPEP, se encarece el petróleo, oro e importaciones de productos manufacturados en general, además de demandar constantemente dólares para pagar sus deudas. Y, naturalmente, se abaratan cada vez más sus exportaciones.
Finalmente, cabe agregar al anterior análisis los recientes hechos bélicos acaecidos entre Irán e Iraq, relacionados con el estrecho de Ormuz, y que ponen de manifiesto la importancia estratégica que ocupa este emplazamiento para oferta y distribución mundial del petróleo. Los últimos acelerones del dólar tienen mucho que ver con el clima bélico que se vive en aguas del Golfo de Pérsico. Ambos países han sabido reconocer la gravitación que sobre la economía occidental tiene este oro negro, máxime si se está empezando a operar una reactivación económica mundial que ha infundido ánimos y optimismo para solucionar el problema del desempleo.
Aunque ya hay pequeñas indicaciones de preocupación sobre la seguridad de los suministros de energía y los precios de la misma, movimientos que también se pueden asociar con la debilidad que puede sufrir el dólar por la crisis bancaria causada por la crisis latinoamericana y con la reacción mundial del precio del oro, confiemos que en el verano no volvamos a sufrir los efectos de una situación de crisis del petróleo.
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