Colombia, a punto de paz
SI No hay una nueva interrupción, el acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y el grupo guerrillero M-19 (las. Fuerzas Armadas Revolucionarias acordaron ya la tregua, y el Ejército Popular Revolucionario, comunista radical, se suma a este pacto) se celebrará el 12 de agosto, incluso con fiestas populares. La interrupción de la firma, que estaba prevista para el pasado día 24, se debió, según el presidente Belisario Betancur, creador personal de esta paz, a un "asunto de puntos y comas". El M-19, que fue quien produjo la suspensión, da una importancia mayor a sus reticencias: una falta de garantía suficiente -para ellos- de que el presidente pueda cumplir su oferta de levantar el estado de sitio, y sobre todo la actuación de las cuadrillas paramilitares que practican el terror blanco, que, sin duda, han estado haciendo todo lo posible para boicotear las treguas. Es evidente que amplios sectores del Ejército repudian este acuerdo, aludiendo a que se rompen las únicas defensas posibles frente al comunismo.La mejor garantía de las bases del documento que ha de firmarse -que contiene los puntos principales. del apaciguamiento militar, combinados con los proyectos de reformas sociales, muy amplios (especialmente referidos a las fustigadas zonas rurales), y con los de apertura política que dieran al país algunas posibilidades más de las que ofrece el cansado juego de los dos partidos tradicionales y su coalición ocasional- está en la comisión de negociación y diálogo que quedó constituida el mismo 24 de julio, día en que debía firmarse la paz. Esta comisión, presidida por un abogado de prestigio al que se atribuyen condiciones notables de equilibrio, John Agudelos Ríos, está formada por 35 personas de distintos sectores de la población, a las que se puede considerar como poderes fácticos, entre ellos, la Iglesia católica, el ejército, el periodismo, los intelectuales y los universitarios, elegidos cuidadosamente después de negociaciones difíciles con los guerrilleros; son miembros de ella los dirigentes del M-19 y del Partido Comunista (marxista-leninista), organización política de la que es brazo armado el EPL. Su misión no se va a detener con la redacción definitiva del documento de paz -al que se están dando ahora los retoques qué se consideran definitivos-, sino que va a continuar funcionando después, como organismo de base encargado de que el conjunto de documentos se cumpla y se vaya traspasando a las leyes y a las prácticas. Se puede temer que la comisión pueda constituirse en un verdadero gobierno del país, con los consiguientes conflictos de competencias, no sólo en asuntos de política interior, sino hasta enlas relaciones exteriores de Colombia, puesto que todo el complejo del país va a estar pendiente ahora de que se siga adelante por el camino emprendido en esta paz y se
produzca una reforma total. Es posible que los principales riesgos comiencen en el momento en que se produzca la paz propiamente dicha. Betancur está tratando de controlar las consecuencias de las posibles expresiones de júbilo y de las reacciones exageradas por los dos bandos; intenta dominar incluso la celebración. Los guerrilleros hubiesen querido hacerla más espectacular e incluso darle un relieve internacionoal, con actos en las embajadas colombianas de todo el mundo.
No sólo en el seno del Ejército colombiano y en la derecha más conservadora hay reticencias frente a una situación que, aunque en forma de acuerdo nacional, desintegra todo un sistema de defensa que han combatido literalmente a sangre y fuego durante los tres últimos decenios, sino que entre los grupos guerrilleros más duros existe el temor de que al cesar su lucha, desmantelar sus defensas y mostrarse a cara descubierta puedan ser vulnerables a cualquier reacción militar y del terrorismo blanco. Esto puede empañar el éxito trascedental, histórico, de Betancur al conseguir los acuerdos básicos. Si todo cuaja como es de esperar, no sólo será un paso trascendental para Colombia, sino un ejemplo de lo que entra dentro de lo posible para toda América.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.