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Desaparece un hombre-puente entre las culturas catalana y castellana

Guillermo Díaz-Plaja, catedrático y escritor, murió ayer a los 75 años

El escritor, catedrático y académico, Guillermo Díaz-Plaja, que contaba 75 años de edad, falleció ayer, a las 7.00 horas, en la Clínica de la Sagrada Familia, a causa de un cáncer de riñón, complicado con hemorragias y otros problemas funcionales. En el momento de su muerte le acompañaban casi todos los miembros de su familia, excepto la hija mayor, que se encuentra en los Ángeles (California). El Ministro de Cultura, Javier Solana y numerosas personalidades del mundo académico y literario han expresado su pesar por la desaparición del escritor, autor de unas 200 obras de ensayo, crítica y poesía.

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Guillermo Díaz-Plaja, escritor

Los numerosos miembros de la familia, amigos y antiguos discípulos, se congregaron ayer en la capilla ardiente de Guillermo Díaz-Plaja, instalada en los servicios municipales de pompas- fúnebres de la calle Sancho de Ávila, donde esta mañana, a las 10.30 horas, se oficiará la misa y partirá la comitiva del entierro hacia el cementerio del Sudoeste.Las expresiones de condolencia de personalidades e instituciones oficiales, así como de otros escritores, fueron unánimemente entristecidas. El director general del Patrimonio Escrito y Documental de la Generalitat, Albert Manent dijo que la muerte de Díaz-Plaja es "la pérdida de una figura que ha tenido un significado importante como puente entre la cultura catalana y castellana". Manent evocó a otros hombres de letras catalanes de la misma generación, como Viceris Vives, Ramon Aramon, Josep Batllori y Juan Ramón Masoliver. El dramaturgo Antonio Buero Vallejó señaló que Díaz-Plaja "fue un ensayista eminente" y destacó su obra poética, que, "no por menos conocida, deja de ser estimable".

La muerte del escritor se produjo a consecuencia de un tumor cancerígeno de riñón del que fue operado el pasado 5 de julio. El estado del paciente empeoró progresivamente debido al mal estado de su hígado y a las frecuentes hemorragias. Tras ser sometido a un meticuloso exámen médico, ingresó en la clínica de la Sagrada Familia, donde ha sido atendido por los doctores Javier Grau, Fernando Aguiló y los hermanos Badosa.

"Hasta el último minuto conservó Guillermo su lucidez y se daba cuenta perfectamente de que le engañábamos sobre la gravedad de su estado", comentó Pilar, una de sus hermanas. "También mantuvo su naturaleza amable y bienhumorada. Las enfermeras de la clínica estaban encantadas con él y se divertían con sus bromas".

"Lo que más he admirado siempre de mi hermano era su gran profesionalidad, que le hacía entusiamarse con su trabajo. No he visto a nadie que disfrutara tanto como él con su labor pedagógica y de escritor. Incluso después de su jubilación no dejó de trabajar. Pronunciaba conferencias, escríbía artículos y fue nombrado catedrático honoris causa por varias universidades".

Las hermanas Díaz Plaja, reunidas en la dramática circunstancia de la muerte de su hermano mayor, evocaron su infancia en Melilla. "Guillermo fue siempre muy buen estudiante. Pero en aquella época tenía problemas con el dibujo. En quinto grado sacó matrícula de honor en todas las asignaturas, excepto el dibujo, que sólo lo pudo aprobar. Luego, curiosamente, se convirtió en pintor de óleos por afición y lo hacía bastante bien", recordó una de las hermanas.

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