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Una historia mítica y legendaria

El drago (Dracaena draco) es un árbol natural del archipiélago canario cuya longevidad y particularidades botánicas le han conferido unas características míticas y legendarias desde épocas prehispánicas, en que las islas estaban habitadas por los guanches (aborígenes canarios). El ejemplar más antiguo, que existió en la llamada Finca de Franchy, en el municipio de La Orotava (Tenerife), era venerado por los indígenas.Llegó a alcanzar 1.000 años y fue destruido por un huracán en el siglo XIX. Un trozo del tronco de este árbol caído se conserva en el museo de Kew, en el Reino Unido. El drago es considerado como una auténtica joya de la vegetación autóctona del Archipiélago, cuyo origen sólo es atribuible a la teoría de la evolución de Darwin. A través de la historia se ha convertido en un símbolo ecológico y cultural de Canarias. Aparece, por ejemplo, en los actuales billetes de 1.000 pesetas del Banco de España.

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Su semilla germina en zonas subtropicales, como la insular, y es muy posible que haya sido trasplantada en Madeira, Cabo Verde, el sur de España, e incluso en el continente americano, hasta donde llegaron sus raíces siguiendo la ruta de la emigración. El drago destila una savia peculiar, de color rojo, la sangre del drago, elogiada por Plinio en el siglo I, a la que se reconocen propiedades curativas.

Los Reyes Católicos tuvieron que proteger estos árboles ante el riesgo de que desaparecieran al ser utilizados con fines medicinales. La disentería, las hemorragias, el flujo de vientre y hasta las úlceras pueden ser tratadas con esta savia, a la que aún hoy se recurre en la medicina popular para sanar de alguna de dichas enfermedadades. La misma resina roja ha sido empleada para dar un color especial a los violines y violas.

El drago ha sido fuente de inspiración de poetas y otros artistas. El reciente premio Cervantes, Rafael Alberti, ha confesado que está escribiendo un libro, con el título de Los hijos del drago, movido por el asombro que le produjo su encuentro con el drago milenario de Icod de los Vinos. El Bosco pintó un drago en su cuadro Eljardin de las delicias y el pintor superrealista canario Óscar Domínguez plasmó este mismo árbol con un león en su copa.

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