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Lluís Pasqual, director del Centro Dramático Nacional, presenta en Aviñón su versión del 'Eduardo II' de Marlow

La vida del rey Eduardo II de Inglaterra, de Christopher Marlow, dirigida por el catalán Lluís Pasqual, del que la crítica parisiense dice de antemano que es un "recién llegado (a Aviñón) con gran futuro en el mercado común de los jóvenes realizadores teatrales", será hoy protagonista del 38º festival de Aviñón. A pesar de los problemas económico-administrativos consecuencia de la crisis y del cambio de dirección municipal en la ciudad de los papas, el más inmenso festival europeo -desde el pasado día 7 de este mes de julio y hasta el día 4 de agosto inmediato- mantiene sus cotas de calidad; para empezar, 25 obras de teatro, lírico y dramático, a las que se suma la feria de la creación en que se ha convertido el festival desde que, en 1947, fuera fundado por el desaparecido Jean Vilar.

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Hace algunas semanas hasta llegó a temerse por la vida del festival de Aviñón por problemas de dinero y de ideas políticas. Hasta las últimas elecciones municipales de marzo de 1983, el Ayuntamiento de Aviñón estuvo dirigido siempre por los socialistas y, en algún período, por los comunistas. Y el festival -desde que Vilar, hombre de izquierda también, lo fundara cuando dirigía el que fue célebre Teatro Nacional Popular- era considerado por comunistas y socialistas como cosa propia. El año pasado, la alcaldía de Aviñón, democráticamente, cayó en manos de un neogaullista. Hay que saber que el festival lo subvenciona el municipio y que el director artístico y administrador, Bernard Faivre d'Arcier, es socialista.Ha habido encontronazos, recortes de presupuesto, dificultades diversas entre la dirección y el ayuntamiento, y, por todo ello, Faivre d'Arcier se ha negado a renovar su contrato, que finaliza ya a finales de este año. Pero lo peor no ha ocurrido. Las fuerzas vivas de la cultura de este país se han entendido para salvar un festival clasificado como el número uno internacionalmente y que no deja de ser un escaparate moderno de la cultura de este país. La derecha y la izquierda, a nivel local y nacional, coincidieron rápidamente para evitar la crisis nombrando director a un hombre reconocido en todo el país: Alain Grombecque, que ha sido director del Festival de Otoño de París y que es sensible a la izquierda.

Una vez barridas las miasmas de la política partidista, el festival está ofreciendo signos de vitalidad, y Grombecque, el año próximo, ya se sabe que celebrará el centenario de Víctor Hugo con La Comedie Française, primordialmente, y que acogerá a Peter Brook y al polaco Kantor, cuyo espectáculo se titulará Que revienten los artistas.

Espectáculos 'off'

Los 150.000 espectadores que se esperan durante estas semanas podrán ver, como gran estreno de envergadura, Ricardo III, montado por uno de los gallitos de la dirección escénica contemporánea de Francia, Georges Lavaudant. Shakespeare, una vez más, en el patio de honor de la ciudad de los papas, va a protagonizar ampliamente el festival. Otra directora francesa de primera fila, Ariane Mnouchkine, presenta Enrique IV.Al teatro, dramático y lírico, representado por compañías francesas y extranjeras se suman, como de costumbre, el cine, los conciertos, las exposiciones, los espectáculos múltiples en off (al margen de la programación oficial y que ofrecen, frecuentemente, las manifestaciones más interesantes). En la denominada Casa de Jean Vilar se muestra una exposición amplia consagrada a los pintores, algunos de ellos de renombre mundial, que participaron en las creaciones del precitado Teatro Nacional Popular de Vilar.

Este año, toda la programación se ha querido simbolizar en el lema Lo vivo y lo artificial. Bajo el mismo título, en uno de los monumentos arquitectónicos más impresionantes de Aviñón, que fue sanatorio de ancianos, cuartel, colegio, y que se llama Hospicio de San Luis, puede verse la manifestación quizá más espectacular y nueva del festival. Los robots, los autómatas, animales encerrados, la mezcla caótica de la tecnología y de la muerte, intenta "interrogar la relación que existe entre lo vivo y lo artificial, para mostrar la diversidad, la complejidad, la riqueza", según lo explica el director de esta exposición, Louis Bec.

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