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Ante las elecciones de Israel

Partidos pintorescos y minoritarios se disputan el electorado

VÍCTOR CYGIELMAN, De las 26 listas que piden el voto de los israelíes, que siempre han podido elegir entre una floración de movimientos políticos, hay, como era de prever, varias pintorescas, como la del profesor E. Zohar, que exige la anulación del impuesto sobre la renta, la de los Guardianes Sefardíes de la Torah o la de Víctor Tayar, propietario de un restaurante, que tiene como consigna: "Votarme a mí es votar a un hombre del pueblo".

Tales listas no representan un partido o movimiento político propiamente dicho, y nacieron expresamente hace dos meses con la idea de conseguir un escaño en el Parlamento. Viven lo que una mariposa, el lapso de un escrutinio.

Sin embargo, buen número de estas pequeñas y medianas formaciones son tomadas en serio por el elector, aunque sean recién nacidas, como es el caso del partido Yaliad, fundado por Ezer Weizman con la consigna de que "el país necesita un líder", y al que los sondeos no conceden menos de tres diputados. Otro partido de centro, el Shinui, representado en el Parlamento saliente y dirigido por el catedrático de Derecho Amnon Rubinstein, comparece con una lista apoyada por numerosos intelectuales de renombre.

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Ratz, el grupo que encabeza la diputada y abogada Shulamith Aloni, experimentada parlamentaria y luchadora infatigable por los derechos -del hombre y, sobre todo, de la mujer israelíes, es una organización anticlerical, socializante y partidaria de la autodeterminación de los palestinos que atrae a muchos jóvenes y defraudados por el laborismo.

Tehiya, por el contrario, reclama la anexión inmediata de Cisjordania, y está dirigido por un triunvirato: el ministro Yuval Neeman, el ex jefe de Estado Mayor general Rafael Eytan y la diputada Geulah Cohen. Esta formación -pesca sobre todo en las aguas de la coali ción gubernamental Likud, a la que acusa de "diluir y olvidar los ideales nacionales del pueblo judío".

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Progresistas por la Paz

Entre este conjunto de grupos extraños y minoritarios hay dos formaciones que merecen una atención especial: los Progresistas por la Paz y Kach. El primero es un partido árabe-judío, dirigido por el abogado palestino Merari y por el general israelí en la reserva Matti- Peled, que aboga, por la creación de un Estado palestino junto al Estado de1srael. Su contrapartida es Kach, encabezado por el rabino extremista Kahan, que- predica la expulsión de todos los árabes de Israel.

Estas dos candidaturas fueron rechazadas por la comisión electoral correspondiente, que estimó que la lista progresista pretendía sentar en el Parlamento a "representantes de Yasir Arafat" y que la ultranacionalista representaba, por su racismo, una amenaza para las instituciones democráticas israelíes.

Los Progresistas por la Paz son combatidos por los comunistas del Rakah, con cuatro parlamantarios en la Cámara saliente, que, a grandes rasgos, se dirige al mismo electorado: la extrema izquierda judía y las masas árabes, alrededor del 20% del electorado israelí.

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