Los obispos holandeses admiten las medicinas que alivien el dolor aunque aceleren la muerte
La Iglesia católica en Holanda se moviliza contra los proyectos gubernamentales para despenalizar la eutanasia en aquel país. Adelantándose a las conclusiones que pudiera obtener el Gobierno holandés de una comisión estatal que estudia la despenalización de la eutanasia, los obispos católicos de los Países Bajos se han declarado contrarios a todo paso que vaya en este sentido, pero admiten la posibilidad, por razones humanitarias, de renunciar a tratamientos médicos que lo único que provocan es un retraso en la muerte segura; y aceptan también la administración de tratamientos de alivio que, como efecto secundario, pudieran acelerar el proceso de la muerte.
Bajo la supervisión de los ministerios de Sanidad y de Justicia, una comisión estatal holandesa está examinando la posibilidad de despenalizar la eutanasia en algunos casos. La comisión, que cuenta con médicos, psiquiatras y otros expertos, comenzó sus trabajos en octubre de 1983. En junio de 1984 celebró audiencias públicas con organizaciones interesadas en el problema.Se espera que la comisión redacte un primer informe provisional antes de finales de año, y que contenga un borrador de proyecto de ley. El informe final debería quedar ultimado en 1985, según las previsiones.
Para esas audiencias públicas, los obispos católicos redactaron un informe que ha sido publicado recientemente. Si la eutanasia es "provocar la muerte de una persona incurable, a su demanda", los obispos consideran que tal hecho debe seguir siendo penalmente sancionado, pues "es imposible delimitar una frontera entre una eutanasia justificada y una eutanasia injustificada".
Los obispos indican que hay varias maneras de enfocar la eutanasia, si bien para la Iglesia católica este término se reserva al acto de "provocar la muerte".
Sin embargo, estos obispos no consideran que sea "provocar la muerte" el renunciar a un tratamiento cuya única perspectiva es retrasar la muerte inminente. Los doctores no pueden basarse en criterios puramente médicos, según los obispos, quienes citan "otros factores humanos".
Así, aceptan que se administren tratamientos cuyo primer objetivo es reducir el sufrimiento, pero que, como efecto secundario, puedan acelerar la muerte del paciente. Los obispos insisten en el concepto de "proximidad con el prójimo" por lo que es importante "que la legislación y la aplicación de la ley no ofrezcan a las personas los medios para sustraerse a esta solidaridad".
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