Alessandro Natta sucede a Enrico Berlinguer al frente de los comunistas italianos
El Partido Comunista ha decidido. Será Alessandro Natta, de 66 años, presidente de la comisión central de control, el sucesor de Enrico Berlinguer al frente de la formación política que surgió de las recientes elecciones europeas como primera formación política del país, superando por vez primera a la Democracia Cristiana. Natta es considerado como un sucesor natural de transición, que dará tiempo a que el partido, en un próximo congreso, pueda discutir con calma y encontrar una solución definitiva.
Fue Ugo Pecchioli, miembro de la secretaría, el encargado de presentar la candidatura de Natta, quien explicó que no se considera oportuno ni necesario, por ahora, nombrar presidente y vicesecretario del partido.Ha vencido el grupo berlingueriano del PCI, que es mayoritario, tanto en la secretaría como en la dirección del partido. Pero el nombre de Natta ha sido acogido también con aplausos por la mayoría del partido, tanto en la base como en la cúpula dirigente. El motivo es muy sencillo: nadie se atrevería en este momento a proponer un secretario con una línea política diferente de la que defendía Berlinguer cuando le sorprendió la muerte.
Paradójicamente, Berlinguer acumulé el máximo apoyo, como persona, dentro y fuera del partido, cuando su línea política aparecía ya vieja y sin salida. Y fue en ese momento, ciertamente alimentado por la profunda impresión de su muerte, cuando el presidente de la República, el anciano socialista Sandro Pertini, calificó de "justo" el salto del PCI, por primera vez en 40 años, a la cabeza de los partidos italianos. Todo ello hizo pensar a los comunistas que quizá la línea política del difunto secretario no era tan equivocada como parecía.
Y así se ha llegado, sin tensiones, a la elección de Natta, considerado por todos, y desde siempre, como el fiel servidor de Enrico Berlinguer y como el hombre de quien más se fiaba éste en los momentos cruciales. Por ello, y por ser un líder histórico, incapaz de romper los equilibrios internos del partido en un momento tan delicado, incluso los berlinguerianos que hubiesen preferido una solución diferente, han acabado por aceptar a Natta.
Otro tanto puede decirse de quienes hubiesen preferido un líder con una línea política más liberal y filosocialista que la de Natta, como un Napolitano, jefe de los diputados comunistas, o un Zangheri, ex alcalde de Bolonia, o un Lama, el sindicalista moderado y carismático.
Las elecciones europeas han revelado que vuelve a afianzarse la estrategia política de los dos grandes partidos, la Democracia Cristiana y el PCI, impidiendo a la tercera fuerza laico-socialista, el PSI, levantar el vuelo. No cabe duda de que Natta se presenta como un hombre más propicio al diálogo con la DC que un Lama o un Napolitano, aunque ciertamente será menos propenso a un diálogo con los socialistas, o más bien, con Bettino Craxi. Sobre el Gobierno, la sentencia de Natta, días antes de ser elegido, había sido ya definitiva, al afirmar que debe caer cuanto antes.
La permanencia de Natta en la secretaría del partido con su línea berlingueriana dependerá mucho de si el partido, en el inmediato futuro, sigue manteniendo los consensos que ha obtenido con la muerte de Berlinguer. Dependerá de si la izquierda sigue ensanchándose por el lado comunista o por el socialista.
Cambiar de política
Si tras las últimas derrotas el partido de Craxi, amansadas las aguas del torrente Berlinguer, consiguiera crecer considerablemente, no cabe duda de que al PCI se le replantearía la necesidad de cambiar de política, lo que le obligaría a un diálogo más constructivo con el Partido Socialista y con los partidos laicos. Sólo entonces Natta tendría que ser sustituido por un conservador de la línea de Amendola. Pero si el PCI siguiera creciendo; si la base descubriera en el viejo Natta las virtudes ocultas del difunto Berlinguer, el nuevo secretario togliattiano y de transición podría revelarse un buen secretario definitivo.
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