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El aprobado del jefe del Gobierno

Ayer se iniciaron las vacaciones en los colegios públicos, y dentro de unos días recibirán los aluninos las evaluaciones finales. Un semanario madrileño aprovechaba ayer esta efeméride para calificar en la asignatura de popularidad, al jefe del Gobierno, quien conserva un alto nivel de aceptación pública, aunque haya decrecido ésta en 12 puntos durante el último semestre. Un 41,7%. de las personas consultadas -en un sondeo de apariencia rigurosa- tienen buena opinión de Felipe González, mientras un 35,9% la tienen regular y un 20% la tienen mala. La calificación global sigue siendo de aprobado alto, lo que, dadas las circunstancias, mantiene la figura del presidente en un nivel muy decoroso.Ocurre, sin embargo, que en muchos aspectos la gestión del Gobierno podría calificarse de sobresaliente, sobre todo en las dos parcelas que han inspirado a la oposición críticas más tenaces: lucha antiterrorista y política internacional. Se inició la política exterior del Gabinete socialista en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, a la que brindaba España hospitalidad y a la que la delegación española logró poner un fin muy honorable. Y se continúa, tras negociaciones muy laboriosas y saltos crispados del optimismo a la desolación, en este tramo final de acceso al Mercado Común, una meta que se acariciaba ya en los albores de los años setenta por la oposición al franquismo.

Pero donde este Gobierno parece haber logrado dar en la diana más espectacular, después de haber recibido críticas mordaces, es en la batalla antiterrorista, cuyo balance, aunque diste mucho de ser triunfal, parece alentador. Por primera vez, desde que el terrorismo se convirtió en un grave problema de Estado, ETA se siene acorralada y, a pesar de su fuerte estructura financiera y su acreditada capacidad letal, sus militantes adoptan una actitud defensiva y hasta, por algunos indicios, propicia a la negociación. En este sentido, el Gobierno ha jugado, aparentemente bien, con los tres elementos antiterroristas -perfeccionamiento de los medios policiales, colaboración internacional y reinserción ciudadana de los sectores llamados, mal llamados, arrepentidos-, lo que ha producido, por este orden, los siguientes efectos: una mayor eficacia policial en la represión, favorecida en parte por nuevas redes informativas; el previsible cierre del sur de Francia a los etarras que rechacen su reinserción social y el cuartoamiento psicológico de ETA, que ve cómo sus cuadros menos irreductibles acarician la nostalgia de volver al caserío.

Se siente, en el costado negativo de la acción gubernamental, la ausencia de un acuerdo-marco que mitigue la conflictividad laboral, muy crecida, y el peso de los dos míllones y medio de parados, una cifra que viene a doblar la media europea.(...)

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21 de junio

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