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Retorno del autor de 'El laberinto español'

Gerald Brenan en España: "Hay una frase que define lo que siento: vuelvo a casa"

Soledad Gallego-Díaz

"Hay una frase en inglés que define muy bien lo que siento: Goin'home". Gerald Brenan, el hispanista británico que ingresó hace un mes y una semana en una residencia de ancianos de Londres, regresó ayer a casa, a su casa en el pueblo malagueño de Alhaurín el Grande. Las últimas horas en Londres fueron de nerviosismo y prisas para el escritor de 90 años: sentado en una silla de ruedas, esperando el avión que le llevaría a Málaga, vía Madrid, Brenan protestaba en voz baja por el retraso: "Para ustedes no tiene importancia una hora o un día, pero para mí la tiene, y extraordinaria. Tengo prisa".Don Gerardo, como le conocen en Andalucía, pasó su última noche londinense fuera de la residenc'a de ancianos. El alcalde de Alhaurín, Francisco Jiménez Díaz, y el delegado de Cultura del Ayuntamiento, Cristóbal González, que llegaron el domingo pasado a la capital británica para solucionar los últimos trámites, pensaron que se encontraría más cómodo en el Club Español de Londres, y allí le llevaron, junto con los pocos objetos personales que Brenan se trajo a su llegada. "He dormido poco", aseguraba Brenan, "porque no me gustan los viajes largos". A las seis de la mañana, el anciano escritor estaba ya dispuesto para afeitarse y salir del club. Don Gerardo odia los aviones, no porque le den miedo, sino porque le parecen un sistema de transporte deshumanizado: "No se ve el paisaje y se pierde mucho tiernpo".

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El odio a las ciudades

En el aeropuerto de Heathrow, esperando el vuelo, que salió con retraso debido a la huelga de pilotos, Brenan comentó su horror por las ciudades grandes. ¿Por eso no le gusta Londres? ¿Ni tan siquiera algún barrio, don Gerardo? "No, no me gusta absolutamente nada. Yo prefiero el campo, sea español o inglés, pero no soporto, ni soporté nunca, vivir en ciudades como ésta".

Brenan recuerda que Londres fue siempre así, enorme, complicada: "Cuando tenía cuatro años, mi abuela me llevaba a los museos, y ya entonces me molestaba mucho esperar, perder tiempo para llegar a los sitios, para entrar en los lugares que uno quería ver".

"Ahora querría volver a mi casa, con mis cosas, y que me dejaran tranquilo, con las personas que quiero". Gerald Brenan no está todavía muy convencido de que todo esté arreglado: "¿Dónde voy a vivir?". "En su casa, don Gerardo, como siernpre". ¿Están seguros? Me gustaría mucho. Toda la gente mayor, como yo, quiere estar en su casa, con sus libros y sus cosas. Me alegra volver". Brenan insiste en que tomó una decisión equivocada cuando aceptó voluntariamente regresar a Londres. "Pronto me di cuenta de que no me encontraba a gusto sin las personas que quiero y sin mis cosas. Ahora estoy contento

"En Andalucía", explica don Gerardo, sentado ya en la butaca del avión, "estaré bien. Siempre lo he estado". Cuando alguien le propone un menú sofisticado para celebrar su regreso, el escritor sonríe y pregunta: "¿Tienen ustedes gazpacho? Me apetece mucho".

No hacía bastante calor

El alcalde de Alhaurín está algo molesto por una repentina visita que recibió Gerald Brenan poco antes de salir de Londres: un pastor protestante y un abogado que pretendían, al parecer, que el escritor modificase su testamento. "Eso son cuestiones privadas de Brenan, que debe decidir cuando esté tranquilo, rodeado de sus amigos y de la gente que quiere, y no horas antes de subir a un avión y sin consejo", explicó Francisco Jiménez. El hispanista optó por no firmar nada hasta llegar a Málaga y reunirse con sus amigos. En el avión, don Gerardo está asombrado: uno de los auxiliares de vuelo le comenta con tino varios pasajes de Al sur de Granada. "¿Lo ha leído usted? No merece la pena. Me dan ustedes demasiada importancia".

La tripulación se desvive por hacerle el viaje agradable, y Gerald Brenan reacciona con un pudor muy inglés: "Por favor, no se molesten por mí". El escritor está preocupado por la atención que despierta: "Cuando vuelva casa dejarán ustedes de escribir sobre mí y de hacerme fotos, ¿verdad?".

Don Gerardo sonríe recordando que se despertó por la noche creyendo que ya estaba en Málaga: "Me levanté, miré por la ventana y comprendí que todavía estaba en Londres". Ayer amaneció un día espléndido en la capital británica, pero Brenan estimaba que no hacía suficiente calor: "En Alhaurín hará menos fresco".

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