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Paul Taylor es uno de los pocos que hacen danza abstracta, según su primera bailarina

Gabriela Cañas

"Paul Taylor no tiene una técnica determinada pero conoce todas las técnicas y todas las utiliza, porque no se limita a ninguna de ellas. Así, puede usar cualquier movimiento que se le ocurra", dice Susan Macguiren, una de las bafiarinas de la Paul Taylor Dance Company, que se presentó ayer en el teatro Monumental de Madrid. "Sin embargo", dice la primera bailarina, Bettie de Jong, "su estilo es perfectamente reconocible". Y añade: "Es de los pocos que hacen danza abstracta".

Para las dos bailarinas de la Paul Taylor Dance Company, una de las más importantes aportaciones del bailarín y coreógrafo que pone nombre a esta compañía neoyorquina, es el hecho de haber elevado el nivel de la danza al terreno dramático. El mimo, que es parte de la formación de algunos de los bailarines de la compañía, es una faceta importante, pero "no fundamental"."La gente sale de ver la danza de Paul Taylor con una sensación de energía muy fuerte", dice Bettie de Jong. "Porque Taylor tiene la virtud de haber sido capaz de transmitir su energía a todos los bailarines de su compañía". María de Ávila, dírectora del Ballet Nacional de España, opina que es una compañía estupenda, "uno de los mejores ballets contemporáneos del momento". También para el bailarín español Víctor Ullate, ex director del Ballet Nacional Clásico, Paul Taylor es uno de los coreógrafos contemporáneos más importantes. "Su compañía tiene una forma muy actual de bailar", dice Ullate. "Su estilo es muy particular; muy de calle. Se camina con ritmo, se corre con ritmo, hay muchas salidas, mucho movirniento. Le va a gustar mucho, sobre todo, a la gente joven. Sus bailarines no observan una formación totalmente clásica. Es el baile por el baile y se hace como un juego".

La fuerza de la competencia

La Paul Taylor Dance Company ha actuado en más de 300 ciudades norteamericanas y ha visitado más de 50 países. Si antes no habían actuado en España es porque "quizá no había empresarios aquí interesados en nuestro trabajo", argumenta Bettie de Jong, que no acierta a explicar por qué la danza tiene un centro geográfico y vital llamado Estados Unidos y, más concretamente, Nueva York. "Por alguna extraña razón", dice, "los últimos años están dando un increíble número de figuras importantes". "Quizá la ventaja está en que en Estados Unidos no estarnos limitados por la tradición, como en Europa; quizá se deba a que todavía se aprecia mucho la iniciativa personal", agrega.El sistema vigente estadounidense que hace posible el esplendor de la danza no se sustenta, sin embargo, en ballets nacionales o subvenciones estatales. "Ni siquiera las más grandes compañías de danza", dice la primera bailarina de la compañía, "cuentan con ayuda estatal ninguna. La enorme competencia existente obliga a la superación constante; es uñ sistema duro, durísimo, pero eficaz... Esto no significa que yo esté en contra de los ballets nacionales, aunque el caso danés, en el que los bailarines son funcionarios, me parece aberrante. Me parece maravilloso que el Estado pague a los bailarines, pero está demostrado que el resultado final no es tan brillante".

La variedad de técnicas y estilos de los que se alimenta la danza de Paul Taylor son la causa de que, según los aficionados, sean tan diferentes entre sí las coreografías del bailarín, que ha creado 80 para su propia compañía. La presentación en Madrid, con 16 funciones -desde ayer hasta el 7 de julio- y nueve coreografías distintas, ofrece la posibilidad de conocer el trabajo de esta compañía, que cumple su 29º aniversario.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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