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Ya Homenaje a Costa Rica

( ... ) Porque en estos momentos, la mezcla de dureza y ternura del pueblotico y de su Administración resultan, de modo bien evidente, ejemplares. Esto no quiere decir que tan sabias dosis no deban continuar, porque dos graves problemas se alzan ante el Gobierno de San José de Costa Rica.

Parece bastante claro el primero de ellos, cuando acaba de producirse casi en su frontera el atentado contra Edén Pastora. Costa Rica ha denunciado de forma continua la grave situación de Centroamérica. Su voz, preocupada, se ha alzado tanto ante la presencia de sofisticado armamento de origen soviético en Nicaragua, más el asesoramiento militar cubano, como ante acciones muy poco claras de otras potencias que se inmiscuyen en derechos soberanos de estos pueblos. La voluntad de paz costarricense -la ausencia de fuerzas armadas propias es significativa- le da títulos para intervenir de modo serio en el conflicto general de esta región. Sin embargo, la posibilidad tanto de que éste se generalice como de que incluso le afecte, no puede desecharse.

El segundo problema, muy importante, es el económico. De 1981 a 1983, su producto interior bruto por habitante sufrió la brutal baja de más de un 20%, alcanzando el paro de las zonas urbanas una tasa del 10%, con lo que se duplica el desempleo de 1979. Todo esto fue el fruto de una decidida política antiinflacionista. Por eso los precios de consumo, que en 1982 crecían al 82% anual, bajaron al 13% en 1983. A pesar de todo este esfuerzo, la situación de la balanza de pagos continúa siendo muy preocupante, por lo que el endeudamiento externo constituye la obsesión de aquel Gobierno. Recuérdese que en septiembre de 1981 se llegó a suspender por éste los pagos de la deuda pública externa contraída con fuentes privadas, e incluso por breve tiempo, la contraída con fuentes públicas multilaterales. En 1982 se agravó la situación, y el saldo de la deuda pública externa ascendía el pasado 31 de diciembre a 3.050 millones de dólares, lo que para la economía costarricense constituye una carga casi intolerable. Todo esto ha complicado la llegada de capitales que precisa vitalmente una economía que tiene en 1983 una renta por habitante de 778 dólares -España tiene unos 5.000-, la más baja, además, del decenio. Resolver esta cuestión le va a costar notables esfurzos adicionales al Gobierno costarricense. (...)

2 de junio

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