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Activas gestiones diplomáticas de México para abrir un diálogo directo Washington-Managua

El Gobierno de México realiza activas gestiones diplomáticas para establecer el diálogo bilateral entre Estados Unidos y Nicaragua, en busca de una normalización de relaciones entre ambos países. El papel asumido por la Administración de Miguel de la Madrid sería el de comunicador entre las partes, similar al que ya desempeñó la diplomacia de López Portillo en 1981, sin resultados prácticos.

Un alto funcionario mexicano, que pidió permanecer en el anonimato, confirmó ayer esta información difundida con gran relieve por el diario Excelsior. "Las gestiones van por buen camino", añadió. "Ninguna de las partes podrá decir en el futuro que no conoce la posición de la otra".La cancillería mexicana guarda un total hermetismo. Consultado su portavoz, dijo que no tenía ningún comentario que hacer, aunque admitió que el canciller, Bernardo Sepúlveda, recibió la semana pasada en su despacho a Sergio Ramírez, miembro de la Junta de Gobierno de Nicaragua, que se encontraba de vacaciones en México. Esta entrevista se mantuvo en secreto hasta ahora.

Un alto funcionario de la Embajada de Estados Unidos en México declaró por su parte a este corresponsal que carecía de información, y en el mismo sentido se habría manifestado una fuente del Departamento de Estado consultada por él. En medios diplomáticos se asegura que el proceso de conversaciones está en su fase preliminar, aunque tanto Washington como Managua habrían aceptado la mediación mexicana en esta etapa exploratoria.

La Administración norteamericana ha presentado, según Excelsior, dos puntos básicos para reanudar el diálogo: el cese de la ayuda militar nicaragüense a la guerrilla salvadoreña y la libre participación de todos los grupos políticos de ese país, incluidos los alzados en armas, en las elecciones del 4 de noviembre. Managua exige por su parte el cese de la ayuda financiera y logística de EE UU a los rebeldes antisandinistas.

En este marco de exigencias previas es poco probable que pueda avanzar el diálogo. En varias ocasiones, Managua ha aceptado incluir la cuestión salvadoreña en sus negociaciones con Washington, aun señalando siempre que se trata de una acusación no probada, pero es sumamente dificil que ofrezca participación electoral a los rebeldes. Lo que sí podría hacer Managua es elaborar una lista reducida, con nombres y apellidos, le personas excluidas del proceso electoral, eliminando así la generalización en la que incurre la ley de Amnistía.

El apoyo a los 'contras'

Washington ha rechazado también de forma sistemática el desmantelamiento del aparato logístico establecido en torno a los contras, para quienes Ronald Reagan ha acuñado el nombre de "luchadores por la libertad". El temor principal de Estados Unidos radica en que estas fuerzas podrían desmoronarse sin su ayuda y sería sumamente difícil rescatarlas en el futuro, en el caso de que Managua incumpliera sus compromisos.La tarea mediadora de México estaría abocada a rebajar el tono de las condiciones previas, a fin de que las dos partes se sienten en torno a una mesa de negociaciones. Este papel de puente es una constante en la diplomacia de este país, aunque a menudo los resultados hayan sido desalentadores.

Fruto de estas gestiones fue la entrevista celebrada en México, en noviembre de 1981, entre el entonces secretario de estado norteamericano, Alexander Haig, y el vicepresidente cubano, Carlos Rafael Rodríguez. Los dos interlocutores mantuvieron inalterables sus puntos de vista, impidiendo cualquier avance.

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