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El Gobierno ha multiplicado los gestos simbólicos sobre su intención de permanecer en la OTAN

Andrés Ortega

Hace hoy justamente dos años, el 30 de mayo de 1982, se depositaba en Washington el Protocolo de Adhesión de España a la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN). De la mano del entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, España ingresaba formalmente en la Alianza. El hecho consumado, sin embargo, no lo fue del todo. Pocos meses después, en diciembre de 1982, y cuando ya habían comenzado las conversaciones preliminares para la integración de España en la llamada estructura militar de la OTAN, y en uno de los primeros gestos del recién llegado Gobierno de Felipe González, se congeló donde estaba la participación española, mientras que se revisaba la situación. Posteriormente, se han multiplicado los gestos simbólicos del Gobierno español sobre su intención de permanecer en la Alianza.

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¿Qué quiere la Alianza Atlántica militarmente de España?

El pasado 15 de mayo, en la reunión de ministros de Defensa de la OTAN, cuando se discutieron los objetivos de fuerza de los países miembros, el titular español, Narcís Serra, por vez primera en este contexto, explicó las grandes líneas de los planes de modernización de las Fuerzas Armadas españolas. Nadie le había pedido a Serra que hiciese lo que hizo. Y sin embargo, según fuentes atlánticas, esto fue un acto simbólico, el gesto más visible del Gobierno español a la OTAN sobre su intención de participar militarmente en la Alianza, "aunque no prejuzgue el resultado final de la posición española"."La Alianza tiene una doble naturaleza: coordinar la política hacia el Este, especialmente en Europa, y mantener una disuasión lo suficientemente fuerte; ambos temas están ligados", explica un alto diplomático en la OTAN. No se trata solamente de pensar en la guerra y en la defensa del territorio, sino también en la gestión de la paz y de las crisis. "La hora de la verdad es el momento de la paz y de la crisis, no el ataque militar".

La OTAN quiere que España entre en la estructura militar integrada. Hay varias fórmulas para ello. Sobre todo, lo que quiere es que España participe en la planificación de fuerzas que se hace en la OTAN, pues ésta es la garantía de que un país compromete las suyas.

Se dan distintos grados de participación, pero "no queremos que se repita el caso francés", y España "no puede rehusar entrar en la estructura de mando", según otro diplomático. "Incluso Francia", que no está en este mando integrado, "se mueve en esta dirección". Pero, si esto se produce, España podrá negociar un traje a su medida. Es curioso señalar que la conciencia del problema de Gibraltar ha comenzado a hacer mella en la OTAN. Según diversas fuentes, los británicos son los menos interesados en que España comience a hablar de mandos y otras medidas de integración.

La lista de las señales españolas "de bajo coste político" -como se las califica en la OTAN- a lo largo de los últimos meses es larga. Para empezar, en la dimensión política llegó la comprensión por los euromisiles. Luego, otras declaraciones sobre el rechazo de la opción neutralista.

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A pesar de las reservas a los comunicados finales, la firma por el ministro Fernando Morán de la Declaración de Bruselas, el pasado mes de diciembre. Y últimamente la activa participación española en el estudio sobre las relaciones Este-Oeste que desembocará mañana en la Declaración de Washington. O las iniciativas sobre medio ambiente en el Comité sobre el Desafío de la Sociedad Moderna.

Aliado fiel y leal

En cuanto a los gestos en el terreno militar, además de lo señalado, la OTAN no ha olvidado la declaración de Serra en diciembre de 1983 de que potenciaría la participación de fuerzas españolas en maniobras militares de la Alianza Atlántica.También destaca la dirección española de un grupo de estudio para el desarrollo, en la OTAN, de la fragata de los años noventa y el interés por el carro de combate de la próxima década o la presidencia honoraria y rotativa del Comité Militar, que forma parte de la llamada estructura militar integrada de la Alianza.

Se puede añadir como detalle la participación de soldados españoles en la próxima despedida de Joseph Luns, secretario general de la OTAN, y la participación como observadores en las reuniones del Grupo de Planificación Nuclear, o en las maniobras "de crisis" -HILEX y WINTEX- en la sede de la OTAN y en las capitales.

España no se ha limitado a cumplir su papel de aliado fiel y leal. Y no se trata puramente de señales, pues España ha sacado mucha información nuclear y convencional, confidencial y secreta de la OTAN y ha participado en todo tipo de consultas. "Y no se puede querer sacar toda la información que hay aquí y no dar nada a cambio manifestó un diplomático en la OTAN.

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