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Pacifismo y defensa / 2

La defensa alternativa es la tercera de las soluciones planteadas en la búsqueda de la paz, y se centra en los sistemas exclusivamente defensivos del territorio propio, sin capacidad agresora hacia el exterior. Existen de tipo no violento, que a veces ha dado resultado (Gandhi); agresivas, como las que existen ya en países como Suiza, Suecia, Yugoslavia y Albania.

Es muy posible que, teóricamente, la contradicción que venimos considerando pudiera resolverse con un sistema de defensa sólo activo ante una ocupación real del propio territorio; esto es, un sistema de defensa cuya acción se limitase a la defensa y protección propias y fuese incapaz de actuar agresiva mente fuera de sus fronteras. Un sistema tal podría ser el origen de un freno a la carrera de armamentos producto de la disuasión.Estas formas de defensa son comúnmente denominadas alternativas, pues difieren de Ias utilizadas hasta ahora de modo mayoritario Pueden concebirse desde dos perspectivas distintas: como una defensa agresiva contra el enemigo que necesariamente ha iniciado la agresión o como una defensa no violenta en todo caso.

Los sistemas de defensa no violenta con base popular no han pasado de su fase inicial, aunque en algunos casos hayan alcanzado resultados notables (Gandhi, King, Chávez), más en la consecución de objetivos políticos y sociales que en la defensa activa frente a una agresión exterior. Las teorías de Müller, Ebert y otros sobre defensa popular no violenta tienen de momento más buenos deseos e intenciones humanitarias que posibilidades prácticas de proporcionar la mínima seguridad necesaria; las descartamos momentáneamente pues no se ve la forma de organizar y llevar a la práctica esta defensa en las circunstancias actuales.

Quedan por considerar los sistemas alternativos de defensa que implican agresión y violencia, aunque dirigidas éstas inherentemente contra el agresor de hecho. Podrían considerarse como sistemas semipacíficos, porque renuncian a cualquier agresión exterior y son incapaces de proyectar militarmente fuera de sus fronteras ambiciones invasoras u ofensivas. Algunos de estos sistemas ya han sido puestos en práctica, aunque sea parcialmente, y si bien no puede hablarse todavía de sus resultados en caso de guerra abierta, sí pueden estudiarse con algún detalle las estructuras que los configuran en algunos países donde hasta el momento parecen haber cumplido su función disuasiva. Es el tipo de defensa que se ha materializado en Suiza, Suecia, Yugoslavia e incluso en Albania, o la que sobre el papel han planteado algunos especialistas occidentales, como el noruego Galtung, el británico Roberts, el CIDEPE belga y, en parte, el francés Brossolet. Todos ellos renuncian a la disuasión nuclear, se basan en dispositivos nacionales autónomos que rechazan la integración en bloques o alianzas y no implican por ello, sumisión militar a ninguna superpotencia.

Características comunes

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Hay tres características que son comunes, en mayor o menor grado, a estos sistemas alternativos de defensa.

La primera es que se trata de una defensa popular, que nace del deseo de la población, que no se impone a ésta por la presión del Estado y que, por tanto, requiere como condición imprescindible la motivación popular, que se refleja en la participación extensiva de la población en la defensa.

En segundo lugar, la concepción estratégica de la defensa se basa en la profundidad geográfica. La disuasión consiste en persuadir al posible agresor de que la ocupación del territorio no le serviría de nada: le resultaría contraproducente. La defensa no se lleva a las fronteras, entablando en ellas desigual combate, sino que está prevista la penetración y conquista del territorio, y todo queda dispuesto para esta contingencia.

La tercera condición es el desarrollo de una extensa y eficaz organización de la protección civil, es decir, de los elementos que mejoran la capacidad de supervivencia de la población en caso de ataque.

Las tres condiciones descritas definen lo que podría denominarse una defensa popular total, distinta de la tradicional, básicamente militar y totalmente opuesta a la que se apoya en la disuasión mediante armas nucleares.

Esta defensa no renuncia al armamento. No es el paso final hacia ese mundo pacífico y desarmado del futuro ideal con el que sueñan los pacifistas, pero puede señalar un camino hacia él.

Esta defensa sí renuncia, sin embargo, al armamento estratégico, concebido para desencadenar agresiones a gran distancia. Se puede argüir que es dificil diferenciar las armas ofensivas de las defensivas y habrá que conceder que esto es parcialmente cierto. Pero, sin entrar en precisiones técnicas, todo el mundo convendrá en que los misiles intercontinentales son armas ofensivas, mientras que un sistema de misiles anticarro es básicamente defensivo, pues sólo sirve para batir los carros enemigos que hayan penetrado en territorio propio. Por otra parte, es cierto que una flota o una formación aérea, aptas para proteger el tráfico nacional, son una misión claramente defensiva y pueden también utilizarse para incursiones agresivas. Este matiz no invalida la teoría de la defensa popular total, pues ésta se basa, sobre todo, en la voluntad de la población, y sólo es amenazadora para el agresor.

es teniente coronel de Artillería.

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