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Las prácticas culturales aumentan, mientras un 30% de los españoles las rechaza

Una encuesta ofrece datos actuales sobre la expansión de la cultura y el ocio

Por encargo del Ministerio de Cultura, un equipo de sociólogos ha efectuado una encuesta sobre los hábitos culturales de los españoles. El valor cuantitativo del sondeo es lógicamente relativo, pero cualitativamente se estima que las tendencias detectadas alcanzan bastante exactitud, con un margen de error no mayor del 1.6 por ciento. La encuesta ofrece indicios de que se ha producido, por un lado, y en los últimos cinco años, una notable extensión de los hábitos culturales, lo que permite interrelacionar este salto con la progresiva profundización de la democracia en España. Pero, por otro lado, y como cara oscura de la moneda, se estima que un 30% de la población española rechaza todo hábito o práctica relacionada con la cultura.

La dificultad fundamental para valorar el alcance de esta en cuesta radica en que un sondeo de esta especie cuantifica comportamientos que están en continuo movimiento y que no es posible fijar de manera absoluta, pues experimentan fluctuaciones de máximos y mínimos a veces snuy pronunciadas y generadas por factores exógenos.No obstante, el equipo de sociólogos de la empresa Alef, que ha realizado la encuesta, y que dirige José Luís Zárraga, considera que este tipo de consultas ofrece un alto grado de credibilidad, pues el margen de error estimado en las prácticas estadísticas para ellas no suele ser superior al 1.6 por ciento.

El ministro de Cultura, Javier Solana, que presentó ayer los resultados de la encuesta, en un acto celebrado en la nueva sede del Ministerio de Cultura, afirmó que hay que valorar los resultados de este sondeo comparativamente con los de otra similar llevada a cabo en 1978.

"Respecto de la encuesta de 1978", dijo Javier Solana, "la realizada ahora permite hablar, de crecimiento de los hábitos culturales en España, de un sesgo hacia el optimismo, en contraposición con los resultados abiertamente pesimistas de aquella. Si la encuesta de 1978 nos situaba aún en la órbita de los países atrasados, la realizada en los meses finales de 1983 y primeros de 1984, indica que España se va asemejando cada vez más a los países de nuestro entorno natural europeo".

El rechazo a la cultura

"Hay" -prosiguió Javier Solana- "una mejora sustancial en algunos parámetros", pero añadió que sobreviven otras que calificó de chocantes, y que permiten mantener el viejo pesimismo.Entre estas señaló el hecho de que el colectivo femenino español tiene sensiblemente menos hábitos culturales que el masculino, lo que pone de manifiesto que la discriminación de la mujer es todavía en España una realidad constatable.Otro parámetro calificado por Javier Solana como chocante es el importante colectivo, que abarca alrededor de un 30 por ciento de la población española, que afirma no tener ningún tipo de hábito o práctica cultural. Por ejemplo, hay un 26 por ciento de la población que rechaza, sin explicación de ningún tipo, de piano y porque sí, la lectura de cualquier tipo de Prensa.

Este fenómeno del rechazo cultural, que por sus vastas dimensiones puede enunciar un hecho de consecuencias políticas potencialmente graves para la vida democrática española, no está desglosado en la encuesta, por lo, que es todavía un dato informe, que el Ministerio de Cultura se propone en el futuro desglosar con nuevas encuestas que permitan una valoración sociológica y política más precisa de su significado.

Al mismo tiempo se trabaja ya en una encuesta sobre los equipamientos culturales existentes, en nuestro país, que puede ser un trabajo próspectivo complementario de esa inmersión en el pozo del rechazo español a la cultura.

Paralelamente a la persistencia de tal rechazo, se observa en la encuesta -realizada sobre un muestreo entre 4.038 personas, estratificadas por 17 regiones y tipos de habitantes mayores de 15 años- algunas muestras de signo contrario al rechazo, que, Javier Solana calificó en algunos casos de espectaculares, ya que enuncian un crecimiento de los hábitos y prácticas de la cultura y el ocio de dimensiones hasta ahora desconocidas.

Parece todavía pequeño él crecimiento de la lectura de libros y de la práctica de actividades musicales, cuyos índices son solo estimables, pero no acordes con lo que cabría esperar de la profundización en los hábitos consustanciales con el sistema de libertades políticas. En 1978 un 36.2 de españoles leía al menos un libro a la semana, mientras en 1984 la cifra asciende al 47.4, buen síntoma, pero no óptimo. En parecido nivel se encuentra el crecimiento del índice" de lectura de la Prensa, que sube de un 47.3 semanal y un 25.1 diario en 1978, a un 67.7 y un 37.1 respectivamente en 1984.

Por el contrario, la visita a museos y monumentos, que en 1978 se estimaba en un 15.5 una vez por semana, alcanza en 1984 casi el 28.6. Esta, y otras similares cifras indican que se están rompiendo algunas fronteras de la práctica cultural que se encontraban en España bajo mínimos. Otra actividad cultural tradicionalmente mínima en España, la práctica de un deporte, ha pasado de 14.2 en 1978 al 22.5 en 1984.

Hablar y escuchar

El crecimiento más espectacular de todos cuantos detecta la encuesta es el crecimiento de la audiencia de las emisoras de radio. En efecto, del 57.4 de escucha a la semana en 1978 se ha pasado en 1984 a un 83.3. En lo que respecta a la escucha diaria se ha ascendido del 43.8 al 74.3. Por el contrario, la televisión es el único de los hábitos de consumo cultural que, entre todos los sondeados, ha experimentado un descenso, pese a que entre 1978 y 1984 el número de televisores subió de un 90.0 a a un 97.8 por ciento. En 1978 un 86.4 de españoles veían la televisión al menos una vez por semana; pero en 1984 el porcentaje baja a 84.2.En cifras globales las preferencias de los españoles son las siguientes: charlar con los amigos (un 90.9 por ciento), ver películas cinematográficas (un 86.4), escuchar la radio (un 86.4), ver la televisión (un 84.3), pasear (un 84.2). Los aficionados a leer son un 56.2 por ciento de la población y los que gusta de ver teatro en vivo o retransmitido un 62 por ciento.

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