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Pavarotti recibe en Londres una ovación de 20 minutos

Soledad Gallego-Díaz

El tenor italiano Luciano Pavarotti reapareció el pasado domingo en Covent Garden, bajo la batuta del director español García Navarro, y obtuvo una de las ovaciones más estruendosas de su carrera: durante más de 20 minutos, el público, entre el que se encontraban el príncipe y la princesa de Gales, te obligó a permanecer en el escenario.

Pavarotti tenía que hacerse perdonar su huida del año pasado, cuando canceló en el último momento su aparición en la Royal Opera House, cantando Tosca, y tuvo que ser sustituido, deprisa y corriendo, por el tenor español Giacomo Aragall.Pavarotti pretextó en aquella ocasión que tenía la garganta afectada por una reciente gira por Australia, pero pronto se descubrió que el gigantesco tenor italiano se encontraba en perfectas condiciones, en Hawai, acompañado por una bella jovencita. Los aficionados británicos se quedaron frustrados e indignados.

Tal vez para congraciarse con el público londinense antes de iniciar las representaciones de Aida (que abrirá sus puertas en junio), el tenor aceptó también participar en una gala benéfica a favor de la Royal Opera House. En 1979, y bajo el patrocinio del príncipe Carlos, se creó un Comité especial encargado de recaudar fondos para la modernización y desarrollo del edificio de la ópera londinense. Desde entonces se han logrado reunir más de 10 millones de libras esterlinas (unos 2.000 millones de pesetas), que han sido destinados a la construcción de nuevos estudios y locales.

Luciano Pavarotti, que llega a cobra hasta ocho millones de pesetas por función de ópera, aceptó cantar en la gala gratuitamente y se metió al público en el bolsillo desde el primer momento. Abrió el concierto con un aria de La traviata (De miei bollenti spiriti), para casi enloquecer a los oyentes con una espléndida interpretación de Una furtiva lágrima, de la ópera L`Elisir d`amore, de Donizzetti.

En total, el programa incluía siete arias y un solo de tenor de la Messa da Requiem, de Verdi, intercaladas con piezas instrumentales a cargo de la orquesta de la Royal Opera, con la colaboración de un joven flautista italiano, Andrea Griminelli, que hacía su debú en Gran Bretaña y que fue cariñosamente recompensado.

Los grandes triunfadores de la noche fueron, sin embargo, el propio Luciano Pavarotti y García Navarro, que no se prodiga mucho en Londres, pero que es uno de los directores de ópera más apreciados en el Covent Garden. García Navarro apoyó en todo momento al tenor y cosechó su propia ovación con la cobertura de I vespri siciliani. El director provocó además las carcajadas del público cuando interpretó espectacularmente dos canciones napolitanas que Pavarotti, obligado Por el público a reaparecer una y otra vez en el escenario, incluyó como propinas.

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