Suben los seguros y el precio libre del crudo aumenta un dólar
ENVIADO ESPECIALDebido a sus repercusiones inmediatas en el precio de los suministros de petróleo, el ataque del miércoles a un petrolero tipo VLCC (Very Large Crude Carrier) representa la primera amenaza seria de una imprevisible internacionalización de un conflicto como el irano-iraquí, que estalló hace ya casi cinco años. El mercado libre de petróleo de Rotterdam repercutió ayer de forma inmediata el ataque al barco con una especulativa subida de los seguros de transportes de crudo y de los precios libres del petróleo. El barril de crudo del tipo arábigo ligero, cuyo precio oficial es de 29 dólares, subió casi un dólar y se piensa que el ascenso va a seguir en los próximos días. Este encarecimiento invierte la larga tendencia al descenso que se inició mucho antes de la histórica cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Londres, en marzo de 1983.
Por el golfo Pérsico pasan todos los días unos nueve millones de barriles de crudo, aproximadamente una quinta parte del total del consumo de petróleo del mundo occidental. Un agravamiento del conflicto irano-iraquí no supondría el cese completo de los suministros procedentes de Oriente Próximo con destino a Europa y Estados Unidos, pero sí de una parte próxima al 80%, El interrogante es determinar durante cuánto tiempo puede durar un previsible cierre del estrecho de Ormuz debido al hundimiento de varios petroleros en sus aguas.
El Gobierno norteamericano se apresuró ayer a declarar que hará "todo lo posible" para garantizar la libre circulación de petróleo por la región. Esta reacción inmediata de Washington, que según los planes previstos se vería apoyada por fuerzas europeas, siempre se ha dado como un hecho cierto, y en medios de la industria del petróleo se asegura que las potencias occidentales no permitirían un cierre de Ormuz durante un tiempo superior a una o dos semanas:
Pero el mayor peligro para el mercado de petróleo no parece venir del bloqueo del estrecho. Expertos de la Agencia Internacional de la Energía, con base en París, resaltaban ayer que el verdadero riesgo de un agravamiento de la crisis se encuentra en el aparente propósito de los dos beligerantes de llamar la atención mundial sobre el conflicto mediante un ataque directo a los puertos de carga del crudo, como ha sucedido con el ataque del miércoles al superpetrolero saudí Yanbu Pride. El daño causado a los terminales de carga sería, sin duda, mucho mayor que el derivado del hundimiento de dos o tres petroleros en Ormuz.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), en previsión de acontecimientos de este tipo, adoptó, ya hace muchos años, un programa de emergencia que permite a los 21 países miembros intercambiar sus reservas estratégicas de crudo.
Esto quiere decir que si por razones coyunturales un país queda desabastecido momentáneamente de petróleo, las propias reservas estratégicas del resto de miembros de la AIE le permitirían salir de la crisis. Estas reservas superan en algunos casos los seis meses de consumo en Occidente, aunque durarían mucho más teniendo en cuenta que el volumen de petróleo afectado por el cierre de Ormuz sólo representa una quinta parte del consumo.
El aspecto más serio de la internacionalización de la guerra en los campos petrolíferos es el efecto que va a tener en el precio del petróleo.
Ayer, la tarifa para el crudo arábigo ligero, cuyo precio oficial es de 29 dólares por barril, sobrepasó en casi un dólar este límite, después de casi dos años de permanecer por debajo del mismo. De seguir así esta tendencia, es evidente que, como ya sucedió en 1973 y en 1979, con la primera y segunda crisis energética, el cierre de Ormuz abriría las puertas a un nuevo choque en el mercado de crudo, aunque, evidentemente, no alcanzaría las proporciones de las veces anteriores.
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