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Los reyes de España, en la Unión Soviética

Juan Carlos I rindió homenaje en Leningrado al millón de fallecidos durante el asedio nazi

Los Reyes de España consumieron ayer el primero de sus dos días de estancia en Leningrado visitando los lugares más destacados del viejo San Petersburgo y rindiendo homenaje al millón de muertos víctimas del asedio que los nazis realizaron contra la ciudad entre 1941 y 1944. La jornada comenzó con un acto fuera de programa: ayer se cumplía el 22º adversario de la boda de don Juan Carlos y doña Sofía, y ambos -que no pudieron hacerlo el día anterior, domingo- asistieron a una misa en una pequeña capilla cercana al Palacio de Invierno, a orillas del río Meva.

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El cura era un lituano, y entre el público, además del séquito de los Reyes, se encontraba algo más de media docena de fieles. La capilla, relativamente moderna y sencilla, tenía el frente adornado con unos frescos. El sacerdote ofició en latín, idioma al que recurren con frecuencia los clérigos católicos de la URSS para poder hacerse entender por sus muchos feligreses, sea cual fuere la lengua que éstos hablen entre todas las que existen en la Unión Soviética. Después de la misa, que duró apenas 20 minutos, los Reyes fueron a depositar una corona de flores en el cementerio de Piskaróvskoye. De ahí, regresaron a las cercanías de la capilla, en el Muelle de Palacio, para entrar en el museo del Hermitage.

La Reina caminó descalza

Los Reyes prestaron especial atención a las salas dedicadas al arte español de los siglos XVI al XVIII, en las que hay cuadros de El Greco, Velázquez y Murillo. Continuando su visita, don Juan Carlos y doña Sofía volvieron a encontrar, más adelante, la obra de otro español, Pablo Picasso, que se recoge dentro de la sección dedicada al arte francés de los dos últimos siglos.Al llegar a la sala de los escitas -lugar habitualmente cerrado al público, en el que se guardan joyas de los que se cree que fueron los primeros pobladores de Rusia- la Reina decidió caminar descalza y prescindir de los zapatos de tacón alto que llevaba y que, al parecer, le apretaban demasiado.

Sin abandonar el recinto, don Juan Carlos y doña Sofía pasaron al palacio de Invierno, residencia de los antiguos zares, que fue también el lugar donde el Gobierno provisional derrocado por los bolcheviques instaló su cuartel general.

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Hubo ayer suerte con el imprevisible clima de Leningrado. El sol calentaba el ambiente y eran muchos los paseantes que se paraban a ver con curiosidad a los Reyes. Don Juan Carlos y doña Soria abandonaron a mediodía el complejo monumental en el que se encuentran el Hermitage y el Palacio de Invierno y regresaron a la residencia en la que dormirán durante las tres noches que van a pasar en Leningrado: un edificio moderno destinado a los huéspedes ilustres, con unos grandes ventanales desde los que se ve el río Neva.

Aniversario

Antes de almorzar en privado, los Reyes de España tomaron una copa de champaña soviético semi-seco con los periodistas que siguen la información del viaje. Este acto -que es frecuente en las visitas de los Reyes al extranjero- se hizo coincidir ayer con el 22º aniversario de su boda, que es ya el tercero que el Rey y la Reina celebran fuera de España en los ocho años y medio que han transcurrido desde que don Juan Carlos I accedió a la jefatura del Estado.En la recepción, los periodistas explicaron a los Reyes su ausencia durante la visita que éstos hicieron el sábado a la Ciudad de los Cosmonautas, en las cercanías de Moscú, en la que los astronautas viven durante sus entrenamientos. Los periodistas decidieron boicotear el acto como protesta por las restricciones que los servicios de seguridad soviéticos habían puesto al número de informadores autorizados.

El Rey se mostró muy contento con lo que pudo ver, y la Reina contó un detalle que le había agradado especialmente: al contemplar ambos a través de una claraboya el simulacro de rescate espacial que unos. astronautas realizaban en una piscina, se hizo caer una flor desde la superficie, frente a la mirada de la Reina.

Por la tarde, los Reyes viajaron a Petrodvorets, palacio que a principios del siglo XVIII mandó construir Pedro I en las cercanías de la ciudad. Es ése un lugar lleno de fuentes, que mira hacia el Báltico, mar que Pedro el Grande consideraba la mejor salida que Rusia podía tener hacia Occidente. A las siete y media de la tarde -cinco y media de la tarde en Madrid- aún con un fuerte sol que sigue alumbrando en Leningrado en esta época del año hasta las diez de la noche, los Reyes asistieron a un espectáculo de ballet en el teatro Kirov.

Don Juan Carlos y doña Sofía, que volverán mañana a Madrid, depositarán hoy una nueva ofrenda foral a los defensores de Leningrado y visitarán las viejas ciudades de Pushkin y Paulovsk. Posteriormente, conocerán la catedral de San Isaac y asistirán a la cena de gala que les ofrecerá el comité del soviet local de Leningrado.

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