Bailad, malditos
La Mode.Aparecieron unas notas de piano -con tres cuartos de hora de retraso- que preparaban, junto a una borrosa película con el nombre del grupo La Mode, una voz de potencia pretendida que anunciaba un recital para "modistas", "antimodernos" y sobre todo "para quienes no se ha invitado".La voz grave terminó con un firme entusiasmo del sonido de 1984 -título poco original-, con el aliento de ¡Bailad, malditos! y con las campanas de Feliz año nuevo, el tema instrumental que inicia el elepé. Mario Gil, el más animado y animoso, vestía un gran albornoz blanco hasta el suelo y necesitaba marcar a sus compañeros -"un, dos, tres y... "- el ritmo que arrancaba de su caja de ritmos y se seguía con sus teclas. El bajista, Álvaro de Cárdenas, plus del trío, es seguro y crea el sonido más coherente. En el tercer tema, Imperios, compruebo que las fases sin voz son más convincentes. El cantante, con o sin guitarra, desafina y tiene involuntarios bajones de intensidad en su voz.
Concierto 'pop' (90 minutos)
Sala Morasol. Madrid, 4 de mayo.
La cólera, Diálogos, suenan temas con destellos creativos muy intermitentes entre luces azuladas y rojizas, sencillas y conseguidas. La Mode ofrece más música en directo. El eterno fenómeno, Cuestión de la verdad, y alguien gritó: "¡Zurdo!". Recordé que el aludido no cantaba mucho mejor, pero sí sentía sus letras, sus ideas, sus imágenes (¿he olvidado mi propósito?).
El repertorio es irregular, como lo es cada composición aislada, y a veces los solos y dibujos de Antonio Zancajo en su guitarra -en Panoramas y el prolongado pasaje instrumental de En cualquier fiesta- hechizan a la audiencia, que oyó el buenas noches momentáneo al final de Momo.
... Y danzaron
El cuarteto había tocado 75 minutos. Faltaban, canciones que los asistentes anhelaban. Roxy, Roxy, Roxy, exclamaron ante la reaparición de La Mode. Daniel Ballester, nervioso, escondido detrás de sus gafas, cantó Roxy, el tema de mayor carisma del grupo, y los malditos bailaron, mientras una cámara recorría el escenario con un acompañante cuya pasividad desentonaba con el jolgorio general. Los músicos terminaron con Makoki, y el público volvió a pedir Roxy.Y entonces se provocó la comparación: una emisión del vídeo de Roxy interpretado por Fernando Márquez, enmascarado, irrumpió en la oscuridad final del concierto. Inoportuno desenlace para unos oyentes y danzantes posiblemente contentados, que quedaron paralizados ante la grabación.
Babelia
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