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Elecciones autonómicas de Cataluña del 29 de abril

En Sanidad no ha habido ni reforma ni planificación, únicamente gestión

Milagros Pérez Oliva

MILAGROS P. OLIVALa Generalitat ha tenido la oportunidad de iniciar en Cataluña y ofrecer al resto de España como modelo algunas de las reformas sanitarias por las que se clamaba desde hacía tiempo, pero la ha desperdiciado. El conseller Josep Laporte presentó en febrero de 1983, poco después de que el nuevo Gobierno socialista anunciara su programa sanitario, un plan para reformar. la asistencia primaria en Cataluña hecho con tal precipitación que ni siquiera había sido evaluado económica mente. Hoy, el plan sigue apenas reducido a la experiencia piloto de Ciutat Badía. En el resto de Cataluña, las consultas siguen masificadas y el promedio destinado por el médico al paciente sigue siendo de tres minutos.

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La reforma, de la asistencia hospitalaria ni se ha intentado. El conseller Laporte se justifica diciendo que el actual marco no deja margen a Cataluña para intentar ninguna reforma, lo cual no, le impidió antes presentar a bombo y platillo su plan.

Ya que no reformas, se esperaba al menos de la Generalitat una planificación sanitaria, tanto más necesaria cuanto que la mayoría de los proyectos de la Seguridad Social en construcción (residencias de Can Ruti, Sabadell-Terrassa y Vic, por ejemplo), entraban en flagrante duplicidad con hospitales privados concertados. El instrumento de planificación debía ser el desarrollo del Mapa Sanitario de la Generalitat provisional.

La oposición ha criticado que la Generalitat no aprovechara el año y medio que trascurrió hasta el traspaso de competencias para desarrollar dicho mapa. Pero no lo hizo entonces, ni lo presentó al Parlamento antes del '31 de diciembre., como estipulaba el mandato parlamentario, sino en el último momento, cuando ya ni siquiera pudo ser discutido en la Cámara.

Las cuentas poco claras

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No hubo, pues, reforma ni planificación. Queda por evaluar la gestión. El ministro Ernest Lluch ha acusado en varias ocasiones a la Generalitat de realizar una gestión poco rigurosa, de gastar el dinero alegremente. Lo cierto es que las cuentas no han sido aclaradas, que el presupuesto del Estado de 19.83 tuvo que cerrarse sin el apartado correspondiente al balance de la Seguridad Social en Cataluña y que el ministro Lluch no ha obtenido respuesta a la carta que remitió el 14 de febrero a Pujol, reclamándole información sobre una relación de temas económicos "muchos de ellos graves e incluso algunos gravísimos", que ya había requerido en dos ocasiones.

Hasta diciembre de 1983, la diferencia entre lo presupuestado por la Generalitat desde las trasferencias sumaba 48.000 millones de pesetas. Tras los acuerdos entre Felipe González y Jordi Pujol sobre valoraciones, el Departamento de Sanidad recibió 33.000 millones y el conseller Laporte declaró que con esta cifra se enjugaba todo el déficit. La oposición teme que la Generalitat no sepa en realidad cuánto ha gastado.. En esta dirección apunta un informe firmado por varios interventores de la Seguridad Social, en el que los autores expresan sus dudas sobre la eficacia del nuevo sistema de control del gasto establecido por al Generalitat, e incluso sobre su legalidad. Pujol ha afirmado recientemente que las inversiones realizadas en Sanidad han sido financiadas con dinero del Fondo de Compensación Interterritorial.

Despilfarro en la penuria

Sean o no presentadas las cuentas claras algún día, el deterioro de la sanidad pública, y muy particularmente de los hospitales, ha provocado incluso la toma de posición, por primera vez en muchos años, del colectivo de médicos. Concretamente la Asociación Profesional de Facultativos, a la que pertenecen más del 80%. de las plantillas de las residencias de Valle Hebrón, Can Ruti y Bellvitge, pidió públicamente el 24 de febrero pasado que se frenara el grave deterioro de los hospitales.

La asociación denunció que, mientras el deterioro aumenta peligrosamente, se destinan ingentes recursos a pagar en hospitales privados los servicios que deberían prestar los públicos. Por ejemplo, los enfermos que ingresan gravísimos en Valle Hebrón y han de ser trasladados en ambulancia a clínicas privadas porque los escáneres de la residencia están averiados o no hay turno de noche.

O los muchos enfermos citados para ser operados varios meses después, que acaban siendo intervenidos en clínicas privadas a cargo de la Seguridad Social, a veces incluso por los mismos médicos que debían operarlos en la residencia., Otro ejemplo: la Seguridad Social paga sólo en taxis y desplazamientos de los enfermos que precisan rehabilitación, sin contar la asistencia, mucho más de lo que le costaría mantener a pleno rendimiento sus servicios.

De esta situación se benefician clínicas y centros de rehabilitación privados, a los que están vinculados a veces incluso jefes de departamento o de servicio de la Seguridad Social, lo cual demuestra que la Generalitat no ha sabido o no ha querido acabar con la corrupción que afecta a un reducido número de profesionales pero tiene gravísimas consecuencias. Y cuando se ha intentado poner orden y exigir al menos el horario estipulado, el Departamento de Sanidad ha dado marcha atrás con cierta facilidad.

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