Los exorcismos de Peter Maag

Con los conciertos del pasado fin de semana terminó su compromiso de principal director invitado de la Orquesta Nacional el suizo Peter Maag. Desde su primera actuación en Madrid, el año 1957, Maag se ganó la simpatía y la estimación artística de nuestro público. Con ellas se va, independientemente del resultado concreto de esta o aquella jornada.La última no fue especialmente brillante, y el público lo acusó despidiendo al maestro, con mucha cordialidad y escaso entusiasmo. Verdaderamente, El amor brujo de Falla nos llegó exorcizado: fantasmas, espectros, brujas y demás nómina de la magia gitana se declararon en huelga y no aparecieron, sin que el director consiguiera la firma de ningún convenio colectivo.

Sólo se salvó de la tónica desmayada y desigual la mezzo Carmen González, cuya supercoloreada voz nos condujo a través de galerías jondas hasta la misteriosa raíz de la inspiración fallesca. Quizá abusó la cantante de cierto desgarro, inconveniente para la intención estilizadora de don Manuel.

En los Nocturnos debussyanos el acierto de enfoque (no en vano Maag estuvo junto a Ansermet la mejor fuente después del propio Claudio Aquiles) se vio turbado por una ejecución imperfecta y de escaso poder de convicción.

Caída de andadura, mate de color y con corta expresividad, la Sinfonía escocesa de Mendelssohn cerró el programa y el ciclo de Peter Maag.