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La Castilla que verán los Reyes

Es probable que en su viaje por tierras castellano-leonesas, que se inicia mañana lunes en Soria, los reyes de España lean alguna pintada o pancarta que diga: "El último en salir, que apague la luz y cierre la puerta". No sería extraño, porque la mayoría de las zonas que van a recorrer en las provincias de Soria, Salamanca y Valladolid muestran unos índices de emigración, pérdida de población y empobrecimiento alarmantes.Soria bate todas las marcas. Desde hace varios años registra, como caso insólito en la historia española de hoy y de siempre, un crecimiento vegetativo negativo. Nacen anualmente menos personas que las que fallecen. Su densidad de población, la más baja de España (9,6 habitantes por kilómetro cuadrado), desciende año tras año, mientras la población envejece más y más. Una población activa de 27.933 personas en más de 10.000 kilómetros de extensión es un dato suficientemente significativo.

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Por eso los sorianos, cuando se habla de paro, con esa ironía cazurra del hombre de la meseta, suelen argumentar: "¿Quién está más parada, Sevilla, con tener tantos miles de desempleados, o Soria, donde sólo vivimos 90.000 personas, la mayoría ancianos?. Allí por lo menos queda la esperanza; aquí, ni eso".

En Soria se piensa que la visita de los Reyes, primera que realiza un jefe de Estado a la provincia desde Alfonso XIII, es una de sus últimas oportunidades para dar a conocer su situación y pedir remedio. Soria, que como tantas otras zonas de Castilla y León ni habla ni da que hablar, va a expresarse esta vez con el silencio lacerante de su realidad.

Salamanca, segunda etapa del viaje de don Juan Carlos y doña Sofía, ocupa un lugar intermedio en el índice de provincias más pobres de la región. La capital ha crecido algo, pero sin poder contener la fuerte corriente migratoria de comarcas como la Sierra, el Campo Charro, o los Arribes del Duero, y cada vez va a menos el número de habitantes que la pueblan. Además, perdió la ocasión de convertirse en el gran foco cultural que la tradición de su universidad parecía demandar. Con un incremento de población apenas perceptible (0,83% en el período 1979-81) y una densidad de 29,6 habitantes por kilómetro cuadrado, la provincia salmantina no ha perdido el tren de la recuperación, pero le quedan pocas ocasiones.

La gran producción hidroléctrica de Salamanca, una de las mayores de España, le sirve para poco, y sus posibilidades agrícolas, ganaderas y turísticas están deficientemente explotadas. Los Reyes podrán comprobar que otra de sus riquezas, la industria textil de Béjar, pierde puestos de trabajo debido a la mecanización. Ciudad Rodrigo, cercana a la frontera portuguesa y localidad que visitarán don Juan Carlos y doña Sofía, es el más vivo reflejo de una cabecera de comarca que, de momento, no aspira más que a mantenerse.

Valladolid, punto final del itinerario, es, con Burgos, la única ciudad que se ha desarrollado fuertemente, aunque haya pagado el duro tributo del desastre urbanístico y la pérdida de su personalidad. Pero sobre ella pesa hoy el grave lastre de más de 24.000 parados y el derrumbe de numerosas empresas, muchas de ellas, eso sí, montadas casi sobre el vacío. En densidad de población (58,9 habitantes por kilómetro cuadrado), supera a todas las demás provincias castellano-leonesas. Pero el crecimiento de la capital ha acarreado la despoblación de la provincia, donde sólo vive una quinta parte de los vallisoletanos.

Todos estos datos justifican por sí solos el que el alcalde de Valladolid, Tomás Rodríguez Boraños (PSOE), haya calificado en un bando de "trascendental" para la región la visita de los Reyes. Se confía en que el viaje de don Juan Carlos y doña Sofía sirva como caja de resonancia de los graves problemas de una región que ocupa una quinta parte de la extensión de España pero en la que sólo vive el 6,86% de la población; y de este porcentaje, un sector importante ya con las maletas preparadas para cuando sea posible encontrar trabajo en Madrid, Cataluña o Euskadi. De una región que, por citar algún dato más, cuenta con el 21,9% de los recursos energéticos de la nación pero que sólo consume el 6,5%; y que ve cómo anualmente se invierte en otras comunidades el 50% de sus ahorros mientras que en 1980 la provincia gastó casi 20.000 millones de pesetas en comprar artículos producidos en otras regiones, en muchos casos con materias primas y mano de obra y capital surgidos en la propia Castilla y León.

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