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CINE

Calor y polvo

Dos mujeres británicas -con 60 años de distancia entre la historia de cada una de ellas- viven la misma experiencia de fascinación por la India. Las dos se enamoran de la cultura, el paisaje y el ritmo del país asiático, enamoramiento que se concreta en aventuras sentimentales con dos indios que acaban en embarazo. El de la abuela -que no sabe si el padre es su amante indio o su esposo inglés- es interrumpido, y el aborto, así como el descubrimiento de las relaciones, la condenan a una suerte de exilio sernivoluntario al pie del Himalaya; la nieta decide tener el niño sin hacérselo saber al padre.La India de James Yvory no es tan sólo la de un cineasta que sabe recrear un clima y llena los encuadres de objetos bellos o exóticos. Tampoco es el continente al que Gandhi va a dar una imagen internacional uniformada, ni el paraíso de los occidentales deseosos de experiencias místicas, ni el miserable territorio en el que sólo hay calor y polvo. Es una India en la que los personajes son de carne y hueso y no meros símbolos portadores de tópico. Vamos, que los indios tienen los misnios derechos ficcionales que los británicos, que no son meros colonizadores sanguinarios que, entre matanza y matanza a ritmo de gaitas, hacen un alto para tomar el té.

Oriente y Occidente

Director: James Yvory. Intérpretes: Julie Christie, Greta Scacchi, Shashi Rapoor, Zakir Hussain y Christopher Cazenove. Guión: Ruth Prawer Jhabvala. Fotografía: Waliter Lassally. Música: Richard Robbins.Estreno en los cines Carlos III, Windsor A.

La película trabaja un tema: el de las relaciones entre Oriente y Occidente, la atracción que existe entre ambos mundos y el rechazo que subsiste ante la evidencia de que son distintos, de que no es posible hablar de síntesis o coexistencia pacífica, como estúpido es catalogar las culturas como primerdivisionarias o de categoría regional.

Estas cuestiones, Ivory logra explicarlas y hacerlas sentir de un modo muy claro, sin demagogia ni cuadros estadísticos, sobre todo gracias a la historia de la abuela, mucho más rica e interesante que la de la nieta. Y esa preeminencia del relato alejado en el tiempo no se sostiene tan sólo en el mayor atractivo del lujoso marco en que transcurre, sino que halla su mejor aliado en la intensidad de los tabúes sociales, en sus aspectos de melodrama. La mayor libertad con que Julie Christie puede manifestarse, el hecho de que para ella tener un hijo con un hombre de otra raza y con el que no está casada no comporte forma alguna de enclaustramiento, priva al personaje de ribetes románticos y a los hechos de ambigüedad y malicia.

Oriente y Occidente es un filme excelente, de tiempo lento, que se paladea aceptando su ritmo, que hace pensar en The river, de Jean Renoir. No creo que sea posible mayor elogio.

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