Los 'diez' inician hoy en Bruselas una reunión crucial para el futuro de la Comunidad Económica Europea
La acumulación de los problemas no resueltos, la asfixia presupuestaria de la CEE, que ha pasado de posibilidad si realidad, y la creciente parálisis han hecho que las cumbres europeas que se han sucedido sin éxito fueran cada vez más importantes. La más crucial, hasta el momento, llega hoy con la apertura en Bruselas del Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno de la CEE. La actual presidencia francesa ha manejado los hilos con estilo propio. Falta el resultado final, que no está garantizado.
Los acuerdos logrados por los ministros de Agricultura, por muy condicionados que sean, han despertado cierto optimismo en los medios comunitarios y españoles. Tanto, que España ha avisado el sábado que presentará su declaración sobre el capítulo agrícola. Claro, que puede haber sorpresas de última hora y todo se puede desmoronar.Los contactos bilaterales, especialmente a lo largo del eje Bonn-París-Londres, continuaron durante los últimos días y durante la jornada dominical de ayer. Pues si éste es el motor de la CEE también puede ser su freno.
La presidencia francesa de la CEE, tras el rotundo fracaso de la cumbre de Atenas, optó por dejar al margen los grandes foros multilaterales para concentrarse en reuniones bilaterales, llevadas a cabo por el propio presidente francés, François Mitterrand -que ha -puesto así en juego su prestigio personal-, o por su hombre de confianza, el ministro de Asuntos Europeos, Roland Dumas. Fue así como se fraguó un entendimiento franco-alemán, que luego se intentó trasladar a un, acuerdo con Londres para desbloquear el tema de la contribución británica al presupuesto de la comunidad; el enfoque no pareció prosperar, por lo que París, decidió, el lunes pasado, multilateralizar el tema para intentar aislar a Thatcher de los otros nueve.
Las palabras fueron duras en Londresa lo largo de los últimos días, pero ya el sábado fuentes británicas comentaban que, si Thatcher mantendría una postura rígida sobre el principio de su cheque, vendría a Bruselas con una actitud "muy flexible" en cuanto a sus modalidades.
La negociación para la reforma de la CEE va en paquete: política agrícola, nuevas políticas, estrictas finanzas, corrección de los desequilibrios presupuestarios, ampliación a España y Portugal y nuevos fondos para la CEE.
Francia, y muy especialmente su ministro de Agricultura, Michel Rocard, ha negociado con habilidad, al menos hasta ahora. Rocard, con agotadoras sesiones nocturnas de negociación, ha empujado a sus colegas a un acuerdo sobre la reforma de una política agrícola que produce excedentes demasiado costosos.
Al borde de la bancarrota
Claro que Francia, con una fórmula satisfactoria por la leche y los montantes compensatorios monetarios, se ha asegurado que la mayor factura, una vez más, la pagará la República Federal de Alemania. Con respecto a anteriores cumbres, como ya indicó en Atenas Mitterrand, que ha guardado sus mejores cartas secretas, en un estilo que no cuenta con muchos precedentes en una Comundiad que parece un colador, se propone negociar a nivel verdaderamente político. Y evitar que, una vez logrado un acuerdo -si se logra-, "entren los expertos por las ventanas, lo desmenucen y lo destrocen". En este gran secreto, mucho depende de Margaret Thatcher. Aunque la CEE está al borde de la bancarrota, no se trata de una pura cuestión de dinero. Los principios de lo que debe ser Europa están detrás. Pero esta vez, los diez tendrán ante sí claras alternativas.
Los diez jefes de Estado y de Gobierno llegarán a Bruselas a mediodía de hoy, donde, tras un almuerzo en el edificio Charlemagne, donde celebrarán sus reuniones, comenzarán sus discusiones a las tres de la tarde.
Parece, sin embargo, que la verdadera negociación llegará en el curso de la cena en el castillo de Valduchesse y en la conversación "alrededor de la chimenea" que le seguirá. Los ministros de Asuntos Exteriores se reunirán en paralelo para debatir, entre otros, temas de política interna cional. La cumbre debería clausurarse a primera hora de la tarde de mañana, aunque podría pro longarse hasta el atardecer. Son 24 apretadas horas para resolver el futuro de la Comunidad Económica Europea.
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