Murió Juana Mordó, la galerista de arte que impulso el grupo El Paso y promovió a la vanguardia estética española
Falleció en el 20º aniversario de la fundación de su galería de exposiciones
Juana Mordó, de 85 años, galerista de arte que impulsó en España el grupo El Paso y ha significado en este país la afirmación de la modernidad en las artes plásticas, murió ayer en una clínica de Madrid tras una operación de corazón, dos días antes de que se cumpliera el 20 aniversario de la fundación de su galería. Nacida en Salónica (Grecia), Juana Mordó, cuyo apellido paterno era Naar, de origen judío sefardita, era dueña de las galerías de arte de Madrid que llevan su nombre; vino a España por cuatro semanas y se quedó para toda la vida. La capilla ardiente será instalada esta mañana en la galería que fundó en la calle de Villanueva, 7. Veinticuatro horas más tarde sus restos saldrán de la propia galería y serán incinerados en el crematorio del cementerio de la Almudena.
Sus amigos siempre recibieron respuestas evasivas cuando se interesaron por su edad, que Juana Mordó guardó como un secreto.Tenía 85 años. Cuando vino a España era 1943 y acababa de enviudar de Enrique Mordó, un joven hombre de negocios nacido en Cataluña. Su primer trabajo en España fue el programa cultural de Radio Nacional emitido en francés, pero lo que le hizo introducirse en el mundo cultural del país fueron los sábados de Juana, reuniones culturales en su casa madrileña.
Hizo sus primeras amistades en la Universidad de Verano de Santander: Pedro Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales, entre otros. Luego empezaron a llegar los pintores, como Benjamín Palencia. A finales de los años 50, Aurelio Biosca le encomendó la dirección de su sala de arte, en la calle de Génova. Allí se reveló como una extraordinaria promotora del arte de vanguardia, de lo que hoy conocemos como generación del cincuenta. El grupo El Paso sería la mejor apuesta de la futura galerista: "Para mí, el milagro de El Paso, y su misterio, es que todos tenían su personalidad propia, y además formaban un grupo coherente y fuerte. Si en algún momento del cubismo se pudieron confundir cuadros de Picasso y de Braque, nunca ocurrió eso con dos pintores de El Paso".
El 14 de marzo de 1964 fundó su primera galería en un local del número 7 de la calle Villanueva de Madrid. Anoche, este local ofrecía un aspecto desolador. El día anterior se habían descolgado los cuadros de la última exposición que Juana Mordó organizó, la de Lucio Muñoz, y el blanco vacío de las paredes de las dos salas cuadrangulares era un homenaje involuntario a la galerista desaparecida.
A partir de la fundación de la galería de la calle Villanueva, Juana Mordó reunió en sus paredes los nombres que ya habían expuesto en Biosca y que representaban el centro del arte abstracto español. Entre los ellos están Martín Chirino, Saura, Millares , Guerrero, Zóbel, Torner, Sempere, Carmen Laffón, Rueda, Antonio López, Julio López Hernández, Lucio Muñoz, Canogar, José Luis Fajardo y un largo etcétera.
Descubridora innata
Dice uno de ellos, José Luis Fajardo: "Ahora puede parecer que Juana Mordó trabajaba casi enteramente con grandes nombres de la pintura, pero lo cierto es que cuando organizó sus primeras exposiciones estos pintores eran desconocidos. Era una descubridora innata. Siempre expuso a pintores jóvenes. Lo que ocurre es que ahora ya no son jóvenes, pero cuando ella intuyó su valor y se arriesgó, lo eran"."La mejor cualidad de Juana Mordó", añade Fajardo, "era su ansia de vivir. Un día, hace un par de años, me dijo que quería irse a Inglaterra, para perfeccionar su acento inglés. Cuando decidió operarse hace unas semanas, me dijo: 'La vida me lo ha dado todo, pero no me vendrían mal otros diez años'. Se sentía tan joven que no aceptaba que le hiciesen el descuento que hacen a la tercera edad en los trenes y los aviones".
Helga Alvear, su compañera en la gestión de las galerías, añade: "Vamos a seguir exponiendo, y lo vamos a hacer tal como Juana lo hubiese hecho. Su concepción de la gestión de una galería de arte era un principio ético que ella formulaba a sí: 'No venderé ni un solo cuadro que no desee colgar en mi propia casa'".
Le fue concedida a Juana Mordó la medalla de oro de Bellas Artes en 1979. En aquella ocasión declaró: "La pintura más rigurosamente contemporánea va por algunas formas del arte figurativo. El peligro, de hoy", dijo entonces, "es la caída en justo lo contrario de lo que sufrimos antes. Con los abstractos había que luchar contra la desconfianza. Los realistas españoles de hoy -que, junto a los americanos, tenemos los pintores mejores del mundo- se encuentra con un público confiado y bien dispuesto, que confunde muchas veces las cosas. Por ejemplo, lo que es trabajo académico, de preparación, y lo que es arte... Creo que el verdadero realismo español no habría existido sin El Paso". En octubre de 1983, recibió la medalla de bronce de la villa de París, tras su participación en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo.
Martín Chirino, presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid y miembro de El Paso, señaló ayer que el apoyo de Juana Mordó a este grupo "fue el símbolo de una actitud general de Juana, pero también se debió a un sentido de la reciprocidad, porque hemos visto en ella la mente que apuesta por la renovación estética e histórica de la sociedad". Chirino añadió: "Con la muerte de Juana Mordó se cierra un capítulo muy importante del arte español". Rafael Canogar, también de El Paso, dijo que "la muerte de Juana es una enorme pérdida para el arte español".
Antonio Saura, que fue del mismo grupo, dijo anoche en París: "La conocí hace 33 años. En el desierto cultural de aquel entonces su casa era un oasis de cultura y comunicación y no dudó en mostrar su valentía al promover las pinturas del entonces existente El Paso".
Rafael Santos Torroella, crítico e historiador del arte, conoció a Juana Mordó mucho antes de que entrara en el mundo del arte. Ayer comentó el autor catalán: "Vino a España para arreglar papeles de la familia. En los primeros tiempos la ayudó mucho Castiella, y después Román Escohotado, que le dio trabajo en Radio Nacional como traductora y luego articulista. Al cabo de un tiempo organizó una tertulia en Madrid. Organizó con cursos de poesía en distintas loca lidades. Cuando en Barcelona se hizo la colección La Rosa Vera, ella la organizó en Madrid. Era una colección de tirada limitada, en la que se juntaba un pintor, que hacía sus grabados, y un poeta. La dirigía Víctor Imbert y los graba dos los realizaba Jaume Pla. Así fue cómo Juana se inició en el mundo del arte. Cuando Aurelio Biosca quiso revitalizar su galería, varios de los contertulios de Juana le aconsejaron que la contratara a ella. Al poco tiempo la galería fue estrecha para Juana, que entonces ya estaba en contacto con los pintores de El Paso. Los de El Paso eran excesivamente informalistas para la galería Biosca. Yo le aconsejé que se fuera y montara una galería propia. Allí llevó a los de El Paso, y también a los catalanes de Dau al Set. Ella fue el segundo gran marchant de arte que ha habido en España. El primero fue Dalmau, cuya empresa se malogró por falta de ayuda, después de haber jugado un papel extraordinario en el momento de los vanguardismos. Después de Dalmau ha habido mucha gente seria, que ha trabajado y con buena fe, pero nadie ha tenido la talla internacional de Juana Mordó. Juana tenía la elasticidad y la inteligencia propia de la gente de su raza, una visión de la situación internacional de la pintura en cada momento fuera de lo común, y un gran sentido estético. Esto iba acompañado de una gran capacidad de organización y de una afectividad extraordinaria. Quería de verdad a sus artistas, a quienes profesaba una devoción casi maternal".
El presidente-fundador de la Feria Internacional de Arte Contémporáneo de París, Daniel Gervis, dijo: "Hoy la profesión del arte está de luto. La FIAC no será nunca jamás como antes con ella. Era una mujer de carácter, con una presencia que emanaba simpatía, con un poderío interior que no hacía pensar que pudiese morir".
Babelia
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