'Poseidón', 'Aeropuerto' y 'Terremoto'
El día después.Director: Nicholas Meyer. Guión: Edward Hume. Música: David Raksin. Intérpretes: Jason Robarás, Jobeth Williams, Steven Guttemberg, John Cullum, John Lithgow. Norteamericana. 1983. Drama.
Locales de estreno: Lope de Vega, Benlliure, Juan de Austria, Cartago, Infante.
Sensibilizada la inquietud pública por el peligro de una guerra nuclear, proliferan las películas que reflejan el drama que muy probablemente padezcamos antes o después. Kubrick en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú explicó que la posibilidad de una guerra total podía depender de un único militar: el cine dejó entonces su mejor deseo de que ese posible peligro dejara de existir. Otras películas de menor valía han denunciado también el riesgo de la energía nuclear y las catástrofes que se originan con ella: La hora final, El síndrome de China, El último hombre vivo, El planeta de los simios...
Por otra parte, el género de catástrofes, auspiciado en los años setenta como prólogo a la actual guerra fría, desarrolló un esquema simplón pretendiendo angustiar al público, que, a lo que se ve, ha sido heredado: unos cuantos personajes dan a conocer sus testimonios, costumbres y esperanzas para que, al llegar la tragedia de turno, el espectador les considere carne propia, empresa que, generalmente, ha resultado fallida dada la trivialidad con que se han expuesto sus caracteres. Hace 10 años aún podían interesar por el espectáculo visual que rodeaba sus tragedias. Hoyson éstas ya tan conocidas antes de comenzar cada filme que aburren más que emocionan.
Sorprende por ello que El día después, la película de moda que incide en la denuncia del peligro nuclear, y que viene precedida de una popularidad seguramente manipulada, repita ese esquema. En la primera parte del filme se nos cuentan anecdotillas de unos cuantos habitantes de Kansas y sus, alrededores; en la segunda parte, su sufrimiento tras la explosión de los misiles: unos quedan calvos, otros mueren, algunos sobreviven duramente. Nada distinto a lo que han padecido en la vida real algunos pueblos castigados por el napalm indiscriminado.
El filme es, en última instancia, propagandístico de la política actual de la. Casa Blanca. De ahí que la responsabilidad de la tragedia sea de la URSS, y aunque también en aquel país se sufren idénticas consecuencias tras el estallido de los misiles, un breve letrero final puntualiza. que lo que se ha visto es lo que ocurrirá en América del Norte: el resto del mundo es ignorado. Se trata, pues, de seguir el discurso en marcha (el enemigo está fuera) y no de transformarlo. Lo peor, en cualquier caso, es que una película tan vieja no puede interpretar el futuro. No extraña, por ello, que haya espectadores que deseen la muerte de los supervivientes de ficción para que el filme acabe.
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