_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La vida, un 'ready made'

Era hombre y católico y quiso jugar a ser judío cambiando de sexo. Por eso adoptó el nombre de Rrose Sélavy. El inventor del ready made procuró que la suya fuera una vida poco manipulada, un ready made continuo que se cuida del salvajismo artístico comportándose él mismo como un salvaje indomable. Los guijarros de la playa de Cadaqués son, a su vez, suspiros de estos "objetos, tal cual, mirados y escogidos por el artista", padres del arte pobre. Así lo cree cierto ampurdanés -que ha perdido su identidad en memoria de lo que intentó Duchamp sin lograrlo- que busca con la vaga esperanza de recuperar un parasol construido por el artisita para su terraza de piedra dura. Sus impresiones concuerdan con las de los familiares de Duchamp. Efectivamente, el artista construyó un insólito parasol capaz de aguantar la tramontana, digno de formar parte del ensamblaje Étant donnés, si no se hubiera perdido.Como la Explosión de un depósito de tejas, que también pudo ser el nombre de Nu descendant l'escalier, según descripción de un periodista aceptada con entusismo por el propio Duchamp, la identidad del artista francés se reparte en miles de pequeños trozos cuya recomposición es difícil de lograr. O como la pared de su apartamento, construida a plazos con los cartones que le sumistraba su lavandería al entregarle las camisas recién planchadas. El "dadaísmo exacerbado" de Duchamp se convirtió en eterna excusa para justificar sus silencios y sus secretos. Así pudo mantener una hija y una obra en la práctica clandestinidad. Así, también, pudo llevar hasta el límite su aparente espíritu de contradicción y su afán por contradecirse. Fue casi el único dadaísta, en opinión de Pontus Hulten. Disfrutó de la juventud americana cuando fue joven y no quiso renunciar tampoco a un cierto liderazgo que, aunque le pesara reconocerlo, le confería su calidad de artista europeo.

Más información
Marcel Duchamp, una existencia antológica
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_