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Termina el sueño dorado de Coppola con la subasta de sus estudios

Aunque de mala gana, Francis Ford Coppola ha vuelto al redil. Mientras en pública subasta se vendían los estudios Zoetrope, poniendo así punto final a su gran sueño de crear un estudio a imagen y semejanza de los de la época dorada de Hollywood, llegaban a Los Angeles los ecos de las tensiones del rodaje en Nueva York de Cotton Club, su última película en la que ha vuelto al puesto de director contratado, en este caso por el productor Robert Evans, entre otras cosas responsable de Chinatown y Love story, y poseedor de uno de los egos más elefantiásicos de Hollywood

Posiblemente no le quedaba otra opción. En 1980, tras Apocalypse now, cuando su estatura profesional eclipsaba a toda la industria cinematográfica norteamericana Coppola compró por siete millones de dólares (1.050 millones de pesetas) los Hollywood General Studios, unos viejos estudios fundados en el corazón de la meca de cine en 1928. Era su intención reproducir allí el sistema de funcionamiento de la industria del cine durante su gran momento, cuando actores, directores, escritores y técnicos estaban bajo contrato fijo del estudio y los ejecutivos aún no se habían adueñado del negocio Especuló, en aquel momento, sobre un taller al estilo renacentista, criticó duramente al establishment hollywoodense, modernizó las viejas instituciones y se puso a experimentar con nueva tecnología. Consiguió que Sony diseñara nuevos equipos de vídeo con los que desarrolló la técnica del montaje electrónico.El conejo de indias fue One fron the heart, un humilde musical homenaje a las grandes producciones musicales de la Metro. El conejo poco a poco empezó a aumentar de tamaño, hasta convertirse en una ballena. De los iniciales siete millones de presupuesto, en menos de seis meses se había pasado a 15 millones (225 millones de pesetas), y dos años después, cuando ya los rumores de bancarrota habían sitiado a los estudios Zoetrope, la cifra alcanzaba los definitivos 25 millones (3.750 millones de pesetas). Realizar una película al mismo tiempo que se está construyendo un estudio para el que además se están utilizando técnicas revolucionarias sale muy caro.

En lugar de rodar en Las Vegas, donde sucede la acción, Coppola decidió reconstruir la capital del juego en sus hangares de Los Ángeles, porque así podía estar rodando simultáneamente toda la película al mismo tiempo. Por medio del sistema de montaje electrónico podía revisar secuencias y volver a rodar planos para adaptarlos a cambios que se producían en el guión o a nuevas ideas que se le ocurrían sobre la marcha, lo que no hubiera sido posible filmando en exteriores.

Para poder acabar One from the heart, Zoetrope tuvo que dejar de lado todos los demás proyectos entre ellos el Hammett, de Wim Wenders, que estaba prácticamente acabado y que tuvo que rodarse de nuevo cuando se reemprendió su producción. Los últimos meses de One from the heart fueron una auténtica pesadilla para Coppola. Necesitaba tres millones de dólares (450 millones de pesetas) más para finalizar y, cuando fue a pedir dinero a los grandes estudios, los altos ejecutivos se tomaron cumplida venganza. Tuvo que vender los derechos de varios proyectos que Zoetrope había desarrollado a muy bajo precio y al final quien le sacó del apuro fue un hombre misterioso, un canadiense que ocultó su nombre y sobre cuya personalidad se hacían apuestas en Hollywood. Jack Singer -éste era su nombre- ha sido quien ahora ha comprado Zoetrope en subasta pública, por la cifra de 12.300.000 dólares (1.845 millones de pesetas), menos de la mitad de lo que Coppola pedía. Fue él quien además provocó la bancarrota, horas antes de que un banco concediera a los estudios un crédito.

Fracaso total

One from the heart -En España se titulará Corazonada- fue un fracaso total. Aguantó solamente dos semanas en cartel y no llegó a recuperar ni un millón de dólares (150 millones de pesetas). Coppola, con una rapidez insólita en él, empezó aquel mismo verano la producción de The outsiders (Rebeldes, que se estrenó anoche en Madrid), un filme sobre adolescentes rodado en su totalidad en Oklahoma y basado en la novela homónima de la escritora S. E Hinton. Y, a continuación, Rumble fish (La ley de la calle), también basado en una obra de Hinton. Rumble fish ha sido rodada totalmente en blanco y negro, a excepción de un solo plano. Es la obra más ambiciosa de su filmografía. Tras la aparente banalidad de una historia de pandillas de adolescentes en una ciudad industrial, es un ejercicio visual que deslumbra desde sus primeras imágenes y sumerge al espectador en un estado casi de sueño por el que se deslizan mitos, leyendas, que contrastan con el realismo de una parte de la narración. Rumble fish condensa en sí mismo la historia del cine. Del expresionismo alemán hasta los rock-vídeos.

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