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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La tensión social y el Gobierno socialista

Estos días estamos siendo observadores de una tensión paradójica. Paradójica si la contemplamos desde la perspectiva histórica a que dio nacimiento el triunfo de un partido socialista en las elecciones generales de 1982. Las fuerzas progresistas, tal vez olvidándose de que el objetivo del juego político es la detentación de aquel grado de poder que posibilite la evolución social según un determinado programa, están estos días propiciando, con el acompañamiento coral y el beneplácito de otras fuerzas menos progresistas, un brote de evidentes contradicciones sociales: los esfuerzos para resolver el problema del paro, las medidas de progresivo control financiero, las muestras evidentes de moralización en la gestión de los asuntos públicos, la revalorización del papel de los tribunales de justicia, el respeto máximo al juego democrático de las instituciones, la lucha por propiciar, en suma, el advenimiento de una sociedad más tolerante y más justa, parecen recibir nulo trato de favor en las críticas a que son sometidas por parte de los diversos sectores sociales.Yo creo que siempre habrá medidas a adoptar en la economía (y que supongo estarán guardadas en el cajón del máximo secreto) que posibiliten una mayor rapidez en la solución de los problemas apuntados sin detrimento del nivel de vida de los trabajadores. Pero el hecho de que se mantengan así, en esa expectativa de secreto, no me lleva a pensar en la incapacidad del Gobierno y de su presidente, sino precisamente en que la trascendencia de algunas decisiones requiere, en el estado actual de la sociedad, intentar previamente otras soluciones. Pero que esa tensión social sea la que, en última instancia, encauce toda la política gubernamental, me parece un elemento esencial y definitorio de la política que se trata de hacer hoy en España. Y claro que es perfec tamente comprensible y justificable y deseable que las clases menos favorecidas presionen al máximo, y a veces dejando al desnudo patentes contradicciones. De esta manera siempre será más fácil acertar con el camino más justo. Y no creo que el Gobierno actual esté poniendo especiales trabas a este sentido político-social apuntado. Esto no se debe olvidar para no tenernos que llamar después a nuestro propio engaño /

Madrid.

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