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Relevo en el Kremlin

Mala imagen del nuevo dirigente soviético en Francia

La llegada a la cabeza del Partido Comunista de la Unión Soviética del antiguo rival de Yuri Andropov, Constantin Chernienko, no es considerada en este país como un síntoma de evolución de los gobernantes de la URSS. Su imagen "es francamente mala", decía ayer en un editorial un diario vespertino que no ha sido de los más crueles con este hombre de 72 años.El nombramiento del nuevo número uno de Moscú no se considera en París como el anuncio de una mejora de las relaciones Este-Oeste. El presidente de la República Francesa, François Mitterrand, piensa hacer lo que esté en su mano para mejorar las relaciones entre los dos países.

La opinión de los franceses analiza la ascensión de Chernienko como un posible retorno al dogmatismo, como un símbolo del inmovilismo. No se excluye, a pesar de ello, que, sobre el terreno, los hechos sean diferentes, pero de momento nadie se hace ilusiones.

Oficialmente, no hay reacciones, pero es menester anotar un comentario de Mitterrand expresado anteayer, cuando aún no se conocía la elección oficial de Chernienko. Después de advertir que Andropov, a su entender, representó "la continuidad de la política exterior soviética", el presidente francés, refiriéndose al futuro, dijo: "¿Por qué debiera cambiar?" (la diplomacia soviética, se entiende).

A pesar de este escepticismo, Mitterrand aseguró que, en el plano bilateral, "hay que ir hacia el diálogo; Francia hará lo posible para ello y lo facilitará al máximo. En consecuencia, pienso entrevistarme con el sucesor de Andropov, pues el viaje ya había empezado a perfilarse cuando aún vivía este último".

Hay que recordar que París congeló sus relaciones con la URSS desde que los socialistas consiguieron el poder en Francia, en mayo de 1981. Mitterrand, al solicitar un equilibrio de fuerzas en Europa, por considerar que el desequilibrio actual beneficiaba a los soviéticos, se ganó la enemistad de Moscú.

En política interior, Francia supone que el eterno ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, también de la Vieja Guardia, podría influir más específicamente aún en la dirección del país.

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