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Galicia supera "los malos tiempos para la lírica" y vive un impetuoso renacimiento de la creación literaria

Manuel Rivas

"Galicia, nunca fértil en poetas". Cuando Lope de Vega escribió esto desconocía la obra ingente de las Cantigas, perdidas en los legajos del crepúsculo medieval. Ahora, mientras Germán Coppini, del grupo vigués Golpes-Bajos, entona lo de "malos tiempos para la lírica" la conciencia de un impetuoso alborear poético en la literatura gallega comienza a tomar cuerpo y tiene valedores entusiastas en algunos consagrados. Por otra parte, esta atmósfera de optimismo literario ha sido avalada recientemente con el renacimiento de una revista mítica de la vanguardia española: Alfar.

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"Este va a ser el siglo de oro de la literatura gallega, por lo que ya se ha hecho y por los indicios de lo que se está gestando en los más jóvenes". La afirmación del poeta vivo más prestigioso de Galicia, Xosé Luis Méndez Ferrín, nacido en 1938 y con bien ganada fama de indómito, en vida y obra, es co siderada por algunos como una boutade más de un hombre experto en dar sustos a lo establecido. Para otros, no necesariamente identificados con sus concepciones estéticas o políticas, Ferrín tiene razón y un importante movimiento renovador emerge lentamente en el confín del viejo occidente.Desde la serenidad y el rigor que a veces aporta la distancia, Basilio Losada, profesor universitario en Barcelona y autor de estudios y antologías que contribuyeron a romper la autarquía literaria gallega de posguerra, entiende que lo de la edad de oro no hay que tomarlo en su sentido literal, pero que la situación "es enormemente prometedora". "Nunca ha habido tantos poetas de tanta calidad; quizá falta una figura de excepción, un mito que polarice toda esta efervescencia, pero los logros son evidentes y cada año están surgiendo libros excelentes que sitúan a la lírica gallega en primera línea". Para Basilio Losada, los jóvenes que protagonizan este resurgimiento "han conseguido liberarse de la tiranía de lo útil y de la tiranía del verbalismo".

Polémica Casares-Ferrín

Este optimismo no es compartido en tal medida por Carlos Casares, quizá la figura de más relieve en la narrativa actual, uno de los pocos académicos de la gallega no sexagenarios, y que mantiene desde hace años en Prensa una sección de crítica literaria. En la propuesta de la edad de oro de Ferrín, Casares entiende que hay una componente de "halago interesado".Ciertamente la ascendencia de Ferrín entre los jóvenes parece más intensa que la de Casares, quizá por la aureola épica y vitalista del primero, que rechaza las acusaciones de paternalismo: "Esas son insinuaciones de críticos perezosos que no se enteran de lo que está vibrando".

Casares considera que, en conjunto, "el panorama literario es alentador, más por posibilidades potenciales qué por realidades jalpables". Orensano como Ferrín y nacido tres años después, es habitualmente crítico con los planteamientos de su paisano, sentimiento correspondido con creces, manteniendo polémicas que han alcanzado cotas de especial acritud. No obstante, Carlos Casares formó parte del jurado del Nobel gallego, el premio, de las letras gallegas, patrocinado por el Gobierno autónomo, que recayó en Ferrín en su primera edición y que éste ha rechazado. La divergencia política mediatiza y casi envenena las relaciones de las dos primeras plumas del país y posiblemente también condicione su prisma futurista.

Compañero de generación de Casares y Ferrín, buen conocedor de ambos y de todo el fluido cultural de este, tiempo, seguramente respetado por tirios y troyanos, Luis Mariño, director literario de una de las principales editoriales gallegas, considera que por ahora hay más ruido que nueces. "Eso sí, existe una superabundancia de originales, pero, en conjunto, la calidad deja bastante que desear; en el campo de la poesía, hay aportaciones muy esperanzadoras, pero también hay mucho mimetismo, un estar a la páge falto de contenidos líricos".

Ciclo sin precedentes

"No hubo otra circunstancia histórica en que se diera esta fertilidad", insiste Ferrín. Ni siquiera el siglo XIIl, por buscar referencias pasadas, es comparable para este escritor que ha bebido en la fuente de los cancioneros sin por ello perder sántonía con las vanguardias de la modernidad. "El ciclo que se inicia con la Xeneración Nós se ofrece ahora con la plenitud de matices, y ello pese a que se mantienen condiciones de evidente opresión para la cultura gallega".Tienen cierto aire de hijos de la ira batiéndose, atropelladamente a veces, contra, lo que consideran esclerosis cultutral. Se dan a conocer en revistas de ocasión, en tertulias, entre el crepitar de la música fronteriza, en recitales a pecho descubierto en ámbitos más o menos subterráneos. La mayoría de sus obras permanece inédita en el soporte tradicional del libro. En una tradición cultural marcada por el ruralismo, son en su mayoría aves de ciudad, de un medio urbano impregnado, pese a todo, de aliento ancestral. Rotas las tiranías de las que hablaba Basilio Losada, lo que los define es quizá el propio sincretismo, el abrirse a todos los vientos.

De ahí también que las incursiones en la literatura autóctona no están limitadas por los apriorismos ideológicos del más inmediato antaño. Manuel Antonio, los neotrovadorescos como Bouza Brey o Iglesia Alvariño, Luis Pimentel y, sobre todo, Álvaro Cunqueiro, son alimento obligado en esta nueva órbita. Tras el síndrome enxebre, parece haberse recuperado aquel apetito de las gentes de Nós que traducían en los años veinte a un desconocido llamado Jarries Joycoe o que descubrían lazos de eternidad con el haiku oriental.

Comienzan a fijarse en ellos más allá del río Miño, y no sólo los portugueses, hermanos de lengua.

La revista Tránsito, desde Murcia, dedicó su número de despedida a la poesía gallega, y Hora de Poesía prepara otra con ficha biográfica de parte de esta nueva ola. En edad, rondan o apuran la veintena, con algún treinteañero incluido. Aparte del colectivo universitario, los principales núcleos, por origen o migración, son Vigo y La Coruña.

Con obra más o menos depurada, y con riesgo de involuntarios olvidos, se llaman Claudio Rodríguez Fer, Álvarez Cáccamo, Xavier Seoane, Víctor Vaqueiro, Alfonso Pexegueiro, Darío Xohan Cabana, Xavier Rodríguez Barrio, Grupo Rompente (Antonio Reixa, Alberto Avendaño, Manuel Romón), Xesús Rábade, Helena Villar, Cesáreo Sánchez, Xulio Valcárcel, Manuel Forcadela, Paulino Vázquez, Raña Lama, Anxo Quintela, Pilar Pallarés, Miguel Mato, Ramiro Fonte, Fernán Bello, Luisón Pereiro, Lino BraxeI. Eusebio Lorenzo, Enrique Monteagudo, Cristal, Xela Arias, Ana Romaní, Xoaquín Agulla. El tiempo dirá lo que hay de esencia o de simple destello. Se les pregunta por la edad de oro y la mayoría contesta con optimismo histórico: "Aún no, pero la vamos a hacer".

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