La creación de la Joven Orquesta, una medida positiva
Creo sinceramente que la creación de la Joven Orquesta Nacional de España, que ayer se presentó en el teatro Real de Madrid, constituye la medida más positiva entre cuantas haya tomado el Ministerio de Cultura en pro de nuestra vida y cultura musicales. En un país musicalmente bien desarrollado, un conjunto de este género se consigue con la facilidad de un acto burocrático: los conservatorios y escuelas superiores poseen sus formaciones propias y no hay sino seleccionar los mejores elementos de cada una.En España, el proyecto de una orquesta juvenil es mucho más problemático, ya que nuestros centros de enseñanza no suelen contar con agrupaciones instrumentales. Entonces, el Ministerio de Cultura, dentro de sus propias funciones, de extensión y divulgación, desarrolla una tarea complementaria a la del Ministerio de Educación y establece todo un procedimiento de convocatoria, trabajo, actividades, residencia y estudios para un grupo amplio de músicos jóvenes, rigurosamente flexionados y movidos por una ilusión sin tasa. Estamos ante los grandes profesionales que mañana mismo asegurarán la continuidad de las grandes orquestas españolas y, a la vez, harán posibles tríos, cuartetos y demás grupos de cámara especializados desde la primera juventud.
Plan racional
El maestro Edmond Colomer (Barcelona, 1951) como titular de la JONDE, asistido por el secretario técnico, Alfredo Carrión, y con la asesoría de Cristóbal Halffter, ha dispuesto un plan sumamente racional, para cuyo desarrollo cuenta con una serie de profesores de trabajo, cuya categoría instrumental y pedagógica está más que probada: el violinista Agustín León Ara, el violoncelista Alías Arizcuren, el contrabajista Fernando Sala Más y el oboísta Bruno Pizzamiglio muestran su satisfacción por los primeros resultados.
Para ellos y para todos, la noticia de que la JONDE ha pasado de proyecto a realidad vale mucho más que los sobreagudos más eminentes de los más ilustres divos.
Estos jóvenes músicos españoles -entre 16 y 25 años-, siguen, en distintos períodos de tiempo y en residencias de ambiente histórico y estético, una preparación que sobrepasa las ocho horas de trabajo, entre estudio individual, ensayos parciales y de conjunto, música de cámara y actividades complementarias. Estamos ante sistemas heredados de las antiguas universidades españolas, que hoy perduran en escolanías como la de Montserrat y en los mejores centros universitarios de Estados Unidos.
No hay técnica ni profesionalidad sin sistema, y los forjadores de la Joven Orquesta lo han trazado desde el primer momento. El resultado de la experiencia llevará, por fortuna, a su repetición y multiplicación y, a la vuelta de unos años, si la continuidad y el crecimiento no se interrumpen, nos daremos cuenta exacta de la importancia del empeño. Justamente, el primero y más decididamente apoyado proyecto del director general de la Música, José Manuel Garrido, desde el mismo día que accedió al cargo.
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