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Cestas y lotes navideños en la cultura moderna

El regalo navideño constituye una impresionante expresión oculta, preñada de connotaciones y mensajes latentes, de una cultura que ha llegado a confundir cuestiones tan dispares como la amistad y el consumo.El consumismo ha penetrado hasta los niveles más profundos de la estructura de la relación social y de la intimidad. Sin duda que la cultura publicitaria ha contribuido a entrometer el objeto-regalo, como mediador insustituible, en las relaciones entre la mujer y el hombre, el hombre y la mujer, los padres y los hijos, entre los amigos. La necesidad profunda de búsqueda de la meditación como forma de expresión de la amistad, ha sido completamente secuestrada por la necesidad de expansión de los productos comerciales producidos en serie.

La relación evidente y generalmente reconocida entre publicidad televisiva y sueños infantiles en la noche de Reyes constituye el ejemplo paradigmático de esta transformación cultural.

En este conjunto de mediaciones deben interpretarse también las peculiares formas navideñas de las relaciones laborales.

Es cierto que desde la postguera hasta nuestros días han ido desapareciendo muchas formas de mediación navideña, regalos a los urbanos, felicitaciones de los vigilantes, de los serenos o de los basureros, etcétera.

Mediaciones

También es cierto que las reivindicaciones y las conquistas sindicales han conseguido eliminar el espejismo de los regalos, como donación providencial y generosa, para traducir la mediación en términos más objetivos de retribución salarial, cuya insufiencia sigue siendo patética con lote o sin él.

A pesar de estos cambios siguen perviviendo algunas de las formas navideñas más tradicionales de mediación laboral o social. Deberemos. distinguir, entonces, muy claramente, entre lote navideño y cesta de navidad.

El lote navideño es el signo que establece la mediación entre el patrón o jefe y el obrero o subordinado. La cesta de navidad es el signo que establece la relación entre un intermediario industrial o social (que hace el favor) y un beneficiario de aquella gestión. comercial o social (el que recibe el favor). En sus interpretaciones límite la cesta es un pago diferido y simbólico por una gestión o favor; el lote es un gesto paternalista que compensa la cruda realidad de la migradez salarial.

El lote (entre 3.500 y 7.000 pesetas) y la cesta (entre 25.000 y 60.000 pesetas) presentan unas claras diferencias simbólicas y materiales. Veamos algunas de las más importantes.

El lote y la cesta se distinguen, en primer lugar, por su propio receptáculo. Al lote le corresponde una caja de cartón, o más modernamente, una bolsa de supermercado, cuyo principal problema es el de mantener su consistencia en el fondo, sin que se estrellen en el suelo las siempre pesadas botellas que contiene. A la cesta le corresponde un soporte de mimbre de naturaleza pluriforme y de sólida base, capaz de mantener en equilibrio aéreo los más irregulares objetos. En la cesta los productos emergen de entre unas deslumbrantes virutas de oro o plata, mientras que en el lote los productos tienden a multiplicar su volumen disimulados entre virutas de paja o plástico. En ambos es común el lazo y las bolitas navideñas.

Contenido

Queda reservado para la cesta la presencia, en el mejor de los casos, de figuras de cerámica relativas a animales o exóticas bellezas indígenas siempre semidesnudas.

Por lo que se refiere más estrictamente al contenido pueden establecerse las siguientes dicotomías. Mientras ' que a la cesta le corresponde un jamón de Jabugo, al lote le corresponde un chorizo. En el lote en lugar de whisky y caviar, encontramos coñá, berberechos o aceitunas rellenas. En lugar de Champagne francés brut encontramos espumoso o semi-seco de cava, fermentado en 24 horas.

A la fruta confitada ubicada en jarrón de vidrio le corresponde la lata de piña o melocotón en almíbar. A los licores exóticos les corresponde el licor digestivo, a los vinos de mesa de cosecha y añada específica, les corresponde el anís o el vermut, a los turrones de fabricación artesanal les corresponde el turrón de fabricación industrial anunciado por televisión española. Es común a la cesta y al lote la presencia de los barquillos, pero en un caso protegidos en latas herméticas y en el otro en cajas de limitada y frágil resistencia.

Simbólico

De esta descripción, fruto de una elemental observación de los escaparates de nuestros supermercados y pastelerías, se deduce que las diferencias no son, desde luego, únicamente simbólicas. Más bien podría decirse lo contrario.

Se observa, al mismo tiempo, una creciente tendencia a la homogeneización simbólica y a la acentuación de las diferencias de calidad y valor económico de los productos. El obsequio se ha erigido en mediador, en recurso persuasivo para disimular las diferencias objetivas de fondo, en fetiche.

El lote y quizás ya en mayor medida la cesta, son disfraces, apariencias, que disimulan sujetos reales. cuyo verdadero rostro aparecerá, de nuevo, después de fiestas. Al fin y al cabo todos tenemos nuestra propia capacidad de interpretación de los signos y de los sueños y Navidad es una buena época para ejercitarnos en ello.

Miquel de Moragas Spa es catedrático de Teoría de la Comunicación en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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