El inevitable robo de Itálica

El robo de Itálica fue inevitable. Cualquier persona necesitada, con gusto artístico y sin escrúpulos, robó el mosaico sin ningún tipo de problemas. El acceso al recinto no presenta ningún tipo de dificultad, al igual que es evidente la falta de vigilancia. Por tanto, repito, el robo fue inevitable. Achaquémoslo a los escasos presupuestos, o a los enfrentamientos entre la Junta de Andalucía y la Administración central, o a cualquier otro pretexto.Pero lo que tiene más delito, y los ineptos de la Administración son responsables, es que permitan vender a las puertas de entrada al yacimiento de Itálica restos arqueológicos procedentes de ese lugar, localizados con detectores o simples cribas, revisando los materiales sacados de las catas sin haber sido previamente revisados por expertos o personas puestas para ese propósito. Mientras esto ocurre, los arqueólogos centran su atención en descubrir templos, termas, teatros... y otras joyas de postal que les harán famosos.

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Ellos pretenden no darse cuenta de que están destruyendo -mediante esa selección- los documentos del pasado, tarea que incumbe al historiador y no al arqueólogo. /