Huelga general en Puerto Serrano en protesta por la actuación de la Guardia Civil que ocasionó más de 30 heridos
La localidad gaditana de Puerto Serrano vivió ayer una tensa jornada de huelga general en protesta por la intervención de la Guardia Civil, que el pasado martes disolvió contundentemente una manifestación de jornaleros del empleo comunitario que exigían el pago ole un jornal atrasado, con un saldo de más de 30 heridos entre guardias; y manifestantes y 15 detenidos. Uno de los trabajadores, Juan Gutiérrez Mesa, perdió un ojo en la refriega. Mientras el gobernador civil de Cádiz, Salvador Domínguez, ratifica su versión de que los jornaleros apedrearon a la fuerza pública, tanto Comisiones Obreras como el Sindicato de Obreros del Campo han pedido la dimisión de la primera autoridad provincia y el presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, ha calificado de "desproporcionada" la actuación de la Guardia Civil.
Todos los comercios de Puerto Serrano -localidad gaditana de casi 6.000 habitantes- cerraron ayer sus puertas, la actividad productiva quedó totalmente paralizada y el pueblo vivió la jornada en la calle, entre la tensión y la indignación, después de una noche en que nadie durmió.Juan Gutiérrez, trabajador agrícola con cinco hijos, perdió el ojo derecho como consecuencia de la carga con material antidisturbios de la Guardia Civil. Al igual que Juan González, permanece internado en un centro sanitario de la provincia, en tanto que Mateo Carrero, de 18 años, sufrió una herida, al parecer producida por arma blanca. Se produjeron, igualmente, 15 detenciones. Todos ellos denunciaron haber sido objeto de malos tratos e insultos cuando eran trasladados por la misma Guardia Civil al cuartel. Tras prestar declaración ante el juez de instrucción de Arcos de la Frontera, fueron puestos ayer en libertad.
Seis horas después de haber sido disuelta la manifestación y haberse reanudado la circulación por la carretera nacional Jerez-Cartagena, fue encontrado, en un pajar cercano al lugar de los hechos, un niño de corta edad absolutamente aterrorizado, al igual que dos jóvenes, que pasaron toda la noche del martes al miércoles escondidos en un cobertizo de cabras. Ambos ejemplos ponen de manifiesto el temor generalizado que provocó entre la población la carga de la Guardia Civil.
Está comprobado por numerosos testigos que entre los guardias que participaron en la disolución de la concentración se encontraban al menos tres jóvenes que cumplen su servicio militar en el cuerpo auxiliar de la Guardia Civil. En Puerto Serrano nadie acaba de explicarse cómo pudo la fuerza pública comportarse con tanta dureza solamente un día después de que en una situación similar se mantuvo la carretera cortada durante más de una hora en presencia de la Guardia Civil, sin que se produjesen incidentes y en un ambiente incluso de cordialidad con los manifestantes. Se extiende la incredulidad al hecho de que algunos guardias golpeasen con furia las motocicletas de los parados.
"Que no hubiesen venido"
Diversos testimonios recogidos ayer reflejan también el dramatismo de la situación vivida por este pueblo, de casi seis mil habitantes, en su mayoría jornaleros acogidos al empleo comunitario y cuyo problema de paro se ha agravado este año a causa de la mala cosecha de aceituna.Josefa Morilla, madre de nueve hijos, "sin oficio ni trabajo" como ella misma dice, enseña varias magulladuras y una brecha en la cabeza, producida por un garrote cuando, de rodillas, suplicaba a un brigada que comandaba la fuerza pública "por Dios, no disparen que hay niños", a lo que le respondieron "que no hubiesen venido". La mujer explicaba que "como la defensa es permitida y a mí me dieron un palo, le aticé a uno con una botella. Mi pena es no saber si lo he dañado". Este incidente se produjo en el interior de una venta aledaña, donde la Guardia Civil penetró en persecución de los manifestantes, Forzando la puerta, y obligándoles a salir mientras otros guardias les apaleaban.En las paredes de dicho establecimiento de bebidas todavía son perceptibles los orificios producidos por las balas, tanto de fogueo como de fuego real, utilizados por la fuerza junto a botes de humo y balas de goma.
Juana Villanueva, de 42 años, habitante de una casucha de las cercanías en la que también se refugiaron algunos trabajadores, y madre también de nueve hijos, fue obligada, pistola al pecho, a franquear la entrada a la Guardia Civil, mientras sostenía en sus brazos a una niña de dos años, deficiente mental, recibiendo amenazas y contemplando, impotente, cómo pegaban a su marido y a un manifestante ensangrentado. A causa de la impresión producida, casi se le ha retirado la leche, según sus declaraciones.
El joven ole 18 años Mariano Carrero, después de ser golpeado por varios guardias y perder el conocimiento al recibir un golpe en la ceja, se despertó con una herida en la espalda, que, según los médicos, le fue producida por un arma blanca. Su madre, que presenciaba los hechos, no pudo acudir en su auxilio, según sus palabras, "porque tuve que salir huyendo para proteger a otros tres hijos míos, tres 'criaturillas'", con menos de diez años.
Diferentes versiones
También han sido numerosos los testigos que aseguran que los manifestantes seguían siendo golpeados una vez inmovilizados en el suelo y sin posibilidad alguna de agredir a los guardias. Francisco Soria, militante del PSOE y teniente de alcalde del ayuntamiento de Puerto Serrano, cuenta cómo se originó la refriega. Fue requerido por el mando de la Guardia Civil para que en el plazo de dos minutos se disolviesen los manifestantes de manera voluntaria y, según él, no le dio siquiera tiempo a volverse para consultar con los jornaleros, ya que de forma súbita empezó la carga. Instintivamente ,se arrojó al suelo, recibiendo un pelotazo de goma en el codo. Posteriormente, ayudó a algunos de los heridos, sobre todo a las mujeres y al vecino que acababa de perder su ojo, hasta que oyó "¡que no se escape Soria!" y salió huyendo.Para el Gobierno Civil de Cadiz, el origen de los incidentes fue bien distinto. Aunque su titular no quiso ayer hacer precisiones sobre el tema, facilitó a primera hora de la tarde una nota oficial en la que se indica que la Guardia Civil iba mandada por el teniente-jefe de la línea de Arcos de la Frontera, que ya el día anterior había estado presente en la concentración y corte de carretera en el mismo lugar y que poco antes había logrado que los jornaleros de Villamartín disolviesen voluntariamente una manifestación en la carretera, en ambos casos sin problemas de orden público. Según la versión gubernativa, apenas iniciado el diálogo con los representantes sindicales locales, "ante la negativa a retirarse y el lanzamiento de piedras y otros objetos contundentes", se hizo precisa la disolución, con el resultado de 22 heridos, siete de ellos guardias civiles.
Esta versión es desmentida por numerosos testigos. Todos ellos aseguran que no se cumplió el plazo de dos minutos citado para el desalojo voluntario de la carretera y que no se arrojaron inicialmente piedras contra la fuerza del orden. Es de destacar, por otra parte, que por vez primera en mucho tiempo los organizadores de una manifestación ofrecen un número sensiblemente inferior de participantes que un Gobierno Civil: 700 y 2.000, respectivamente.
"Ni loco pasaron esos dos mínutos", indicaban ayer los jornaleros. En cuanto a las piedras, Francisco Soria insiste en que " es totalmente mentira" deletreando hasta el límite la expresión para darle más énfasis.
El comunicado del Gobierno Civil gaditano concluye lamentando profundamente lo sucedido, subrayando que faltan unos cuantos días para que el sistema del empleo comunitario sea sustituido por el seguro de desempleo agrario y que a lo largo de 1983 se han originado diversos conflictos por retrasos en el pago, sin que en ningún caso se hayan producido incidentes de tanta gravedad.
El problema del atraso en los pagos del empleo comunitario, origen de este conflicto, quedó solucionado con rapidez tras los incidentes.
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