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Entrevista:

Hernández Les: "El Gobierno debe abrir un gran debate nacional sobre el Servicio Nacional de la Salud"

A primeros de diciembre se celebraron en Cádiz las II Jornadas Nacionales de Debate sobre Sanidad Pública, en las que se ha discutido acerca de las dificultades y perspectivas del futuro Servicio Nacional de la Salud (SNS), que previsiblemente se implantará en nuestro país una vez se apruebe la ley General de Sanidad, que tiene fijada su discusión en el Congreso de los Diputados el próximo mes de enero.Pregunta. En primer lugar, ¿cuáles han sido las conclusiones más destacables de estas jornadas?

Respuesta. Creo que, aparte de las discusiones sobre conceptos que tienen que ver con el SNS, a las que ¡tan asistido también defensores de la medicina privada, lo más importante ha sido la expectación, que desbordó todas nuestras previsiones, hasta el punto que hubo que habilitar dos salas anexas con pantallas de vídeo para, que pudieran seguir los debates más de 700 personas. Esta afluencia la interpreto como un síntoma de la enorme inquietud e interés que sectores sanitarios cada vez más amplios tienen por el SNS.

P. La piedra angular y la razón de ser de su asociación ha sido la de fomentar la creación de un SNS. ¿Cuáles son las razones que aducen para ello?

R. Nosotros defendemos la sanidad pública, que es, en definitiva, lo que implanta un SNS, por tres razones. Primero, porque creemos que es el mejor modelo para resolver los problemas sanitarios de la población; segundo, porque pensamos que es el modelo en que mayor satisfacción profesional pueden encontrar la mayoría de los profesionales sanitarios, y tercero, porque en nuestro país no parece posible la instrumentación de otro modelo. Me explico: la sanidad es una variable, como cualquier otra, dependiente del sistema económico, y en estos momentos nos gastamos en España más del 6% del producto interior bruto (PIB) en sanidad. Hacer un modelo liberal significaría aumentar en tres puntos esa cantidad que se absorbe del PIB, como lo demuestra la experiencia que existe en los países europeos en que impera uno u otro modelo. Es obvio que no estamos en condiciones de despilfarrar el dinero en ningún sentido. Usted me preguntará a qué se debe ese aumento de costes entre un modelo y otro. La razón descansa en la filosofía que anima a cada uno. La espina dorsal del modelo liberal es el pago por acto médico con cargo a la Seguridad Social, lo cual está demostrado que genera una multiplicación de estos actos médicos, que son incontrolables e insostenibles en términos económicos.

EE UU y Gran Bretaña

P. De todos modos, usted habla de que el sistema público parece ser más barato que el privado, pero no de que sanitariamente sea mejor.R. Sobre esto puedo dar multitud de datos. Por ejemplo: en poblaciones que tienen la misma estructura socioeconómica y parecidos hábitos, como son el Reino Unido y Estados Unidos, el primero con un modelo público, y el segundo, privado, nos encontramos con que el americano tiene tres veces más probabilidades de ser operado de procesos como vesícula biliar, amigdalectomías o histerectomías que un ciudadano británico.

P. ¿Quiere decir que muchas de estas intervenciones se realizan eminentemente para hacer negocio?

R. Yo no quieto hablar de la palabra negocio; sólo quiero decir que el ciudadano americano tiene el triple de probabilidades de que le quiten su vesícula, sus amígdalas o, en el caso de ser mujer, su útero, que uno británico. Ahora bien, este dato hay que relacionarlo con una denuncia del Congreso de EE UU que puso en evidencia que en 1977 se practicaron dos millones de intervenciones quirúrgicas innecesarias, que costaron alrededor de 4.000 millones de dólares y supusieron, y esto es lo más grave, la pérdida de más de 10.000 vidas. ¿La razón? Esa multiplicación incontrolable de actos médicos de que hablábamos antes, generado por la competitividad profesional intrínseca al sistema.

Quizá este ejemplo aclare por qué sanitariamente es también mejor el sistema público que. el privado, aparte de que está al alcance de cualquiera el comprobar cómo los indicadores de salud de las poblaciones del Reino Unido, Dinamarca o Suecia son mejores que los de las de Francia, Alemania o EE UU, en don de el modelo sanitario está liberalizado.

Ignorancia sobre el SNS

P. Pasando al caso concreto de nuestro país, ¿cómo valora la previsible aprobación, en los próximos meses, de la ley General de Sanidad, por la que se institucionalizará un SNS?R. En España se puede crear un SNS con toda la legitimidad democrática del mundo, pero eso no quiere decir que ese SNS llegue a ser una realidad. Hay dos factores que pueden frenarlo: por una parte, la población no sabe qué es el SNS, y, por contra, lo que sí sabe es que está descontenta con el sistema público, concretado en la Seguridad Social, que ha fomentado una cierta mentalidad privatista en función de ese desencanto.

El otro factor es que podemos encontramos con que la mayoría de los médicos esté en contra del modelo. En consecuencia, al Gobierno se le plantea un reto impostergable: abrir un gran debate ante la población y ante los profesionales y ofrecer la oportunidad a quienes están a favor y en contra para que discutan públicamente. Creo que si el Gobierno hace esa apuesta, la va a ganar, porque los argumentos a favor de un SNS son mucho más fuertes que los que existen para defender un modelo liberal de medicina.

P. De todos modos, las autoridades sanitarias han puesto en marcha a lo largo de este año una serie de iniciativas que podrían ser consideradas como una especie de avanzadilla de la futura reforma sanitaria.

R. Yo creo, sin embargo, que el Gobierno ha perdido un año en este tema, porque ha invertido las prioridades. Los socialistas sabían, incluso antes de llegar al poder, porque se lo señalaban las encuestas, que existe una enorme crispación de la población por la situación sanitaria. Y en lugar de adoptar medidas urgentes que paliaran esa frustración, como es el evitar la masificación en los ambulatorios, transformar la cartilla familiar en individual, humanizar la asistencia hospitalaria y frenar su deterioro, se han empeñado en medidas de más largo alcance, sin darse cuenta de que son, algunas de ellas, inviables a corto plazo, porque no tienen un lecho legal en donde descansar, que sería la ley de leyes sanitaria, la futura ley General de Sanidad.

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