El ganador del Premio de Poesía Mística, cree que se puede vivir sin pan, pero no sin poesía

"La poesía es algo que se dirige al alma, el último reducto de la comunicación, en el que se puede vivir sin pan, pero no sin poesía", asegura Marin Sorescu, rumano de 53 años, ganador de la tercera edición del premio de Poesía Mística de la Fundación Fernando Rielo por su obra El ecuador y los polos, traducida al castellano por Omar Lara.Marin Sorescu tiene un aspecto que recuerda al argelino Bumedian y una capacidad imparable de hablar que sólo puede ser reducida por la dependencia que le supone el tener que contar con su intérprete y traductor, Omar Lara. Se muestra totalmente satisfecho de haber conseguido este premio porque asegura que es un reconocimiento para la poesía rumana contemporánea, en su opinión la más efervescente de Europa, y porque el haber logrado ese reconocimiento en un país extranjero demuestra que "la profundidad del alma es la misma en todas partes".

Tanto en la obra premiada como en su producción poética anterior (Sólo entre poetas, Poemas, La muerte del reloj) Marin Sorescu dice que trata de descubrir algo nuevo a partir de la palabra. "En mis escritos siempre trato de identificarme, porque no sé quién soy. El descubrimiento lo voy haciendo según crece mi obra. Y cuanto más conozco, más me inquieta todo".

"En el libro que me han premiado intento establecer un equilibrio entre los extremos del conocimiento, los polos, para llegar a un punto intermedio pegado a los pequeños detalles significativos de la vida. Por eso varios de mis poemas están dedicados a descubrir el significado de los detalles de la vida cotidiana en que habitualmente nos desenvolvemos y en la que podremos encontrar el equilibrio".

Dice Marin Sorescu que sus últimos trabajos han ganado considerablemente en optimismo respecto a sus primeros poemas. "Lo he ganado día tras día, a partir de una postura escéptica que en mí surge por momentos, a rayas, como si de un paso de cebra se tratara".

Pero Sorescu no sólo escribe poesía. La novela, el ensayo y, en especial, el teatro, son las otras especialidades que copan sus actividades profesionales y vitales. "Trabajo con ciertos rasgos obsesivos, de forma que vuelvo sobre los mismos temas, en los diferentes campos, una y otra vez". Esos temas son su convencimiento en que el planeta empieza en nosotros y termina en Dios, en la búsqueda de la felicidad, en la supervivencia a través de la historia.

"Yo observo la vida con una cierta mirada lúcida, con una pequeña sonrisa que surge a partir de mi alma y de saber que puedo tener en algunos momentos -la inspiración viene cuando quiere y nunca obedece órdenes- la capacidad y facilidad de crear palabras y poemas, con los que poder comunicarme con toda la humanidad".