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Reportaje:

La estafa de cuadros empezó como negocio de joyas

23 nuevas obras pasarán a disposición del juez la próxima semana, un año después de descubrirse 47 lienzos falsificados

El voluminoso sumario 711/82 fue concluido hace apenas unos días por el titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Barcelona Sin embargo, el caso de los cuadros falsificados todavía colea y es posible que en 48 horas se resuelva el recurso presentado por el nuevo abogado de Jacinto Guergué, quien, a contrarreloj, en apenas un mes, ha encontrado que había algunos datos que podían aportar nueva luz a la presunta estafa, una de las más importantes descubiertas en los últimos años en materia de falsificaciones de cuadros.Jacinto Guergué, antiguo empresario del textil que tuvo que afrontar una suspensión de pagos en edad de jubilación, está indignado con quienes asegura que le han estafado más de 40 millones de pesetas, con los periodistas que han aireado cosas que no son y hasta con la democracia. Dura situación la suya, cuando después de echar la toalla de su negocio, pensó en dedicarse a negocios de compra-venta de cuadros y joyas con los que poder legar un patrimonio a sus hijos y ha acabado declarando en el juzgado e hipotecando una finca en el campo.

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Negocio de esmeraldas

Todo empezó hace dos años, cuando conoció a Begoña Guerrero en la sala Master. Begoña le presentó a Juan Pelegrí y entre los tres decidieron poner en marcha una sociedad de carácter privado dedicada a la compra-venta de joyas. Pelegrí Bañeres, de profesión joyero ambulante, Begoña Guerrero, comerciante, y Jacinto Guergué, empresario, compraron como primer negocio unas esmeraldas por las que se debían pagar 675.000 pesetas. El dinero lo aportó Guergué con un talón de una entidad de ahorro y sus socios aportaron como garantía, por carecer de efectivo, dos cuadros, un Grau Sala y un Mir.La sociedad, por los conocimientos del mundo del arte de Begoña Guerrero, propietaria de una galería en la calle de San Marcos, la sala Jackson, se amplió a la compra-venta de cuadros, aunque el titular de los mismos era Guergué, y los otros dos socios tendrían un porcentaje en la posterior venta de los mismos. A través de Begoña compró poco después un Dalí, un Gimeno y un Mir por 820.000. Todo un negocio, aparentemente. Poco después, Guergué se hizo con el 40% de seis Dalí de Pelegrí: un Quijote -hecho con técnica de pluma-, un hombre acostado, otro hombre y caballo, unos bailarines, una bailarina y unos caballos, realizados con técnica mixta. Además adquirió igual porcentaje de un pluma sobre papel de Picasso. Pagó por todo ello cerca de dos millones, una parte en talón bancario y el resto en joyas. Pero luego apareció Begoña, quien le indicó que ella era propietaria del 50% de aquellas obras. Entonces el empresario decidió quedarse con esta parte y el 10% restante, a fin de que los Dalí y el Picasso fueran de su exclusiva propiedad. En total, desembolsó sobre los cuatro millones.

En casi dos años hubo varias operaciones comerciales, pero sobre todo importantes compras de cuadros. Concepción Izquierdo, esposa de Jacinto Guergué, adquirió numerosas obras, entre ellas un Matisse, un Picasso, un Degas, y un Miró (presuntamente expertizado por Nicolás de Osuna) y un Gris (supuestamente expertizado por Enric Jardí). En el documento de compra-venta se especificaba que el grupo perteneció a Alberto Pulido, marqués de Ferralgo, quien supuestamente liquidaba parte de su patrimonio. Por ello pagó cuatro millones, aunque luego el propio marqués denunció la falsedad de la obra y del documento. También compró una acuarela. representando un arlequín, de Picasso, por 650.000.

Urbanización y cuadros

Otros personajes aparecieron en escena en estos dos años en que Jacinto Guergué acumulé un importante patrimonio artístico, que luego resultaría ser un simple almacén de imitaciones. Entre ellos Antonio Salviá, joyero, que fue presentado por Juan Pelegrí, pero que también conocía a Begoña Guerrero. Éste, tras varias operaciones, le endosará un rubí falso.Cuando el hecho fue descubierto por el empresario, apareció en escena José Bella de Molina, hombre conocedor del mundo del arte barcelonés, como persona que se hizo cargo de la deuda. La mejor garantía fueron de nuevo los cuadros, un Toulouse-Lautrec y un Juan Gris. Bella de Molina venderá posteriormente 40 cuadros de primeras firmas a Guergué.Sin olvidarnos de José Fortuny, un curioso individuo presentado a Guergué por Pelegrí, quien aseguró que necesitaba 10 millones para una urbanización, ya que le urgía acabar unas conducciones para que la Generalitat la legalizara y había unos compradores que no le pagaban. Guergué, un tanto descapitalizado por tantas operaciones, le dió una cantidad en metálico y unos brillantes. Como garantía Guergué obtuvo cuadros de Ramón Casas, Torres García, Grau Sala, Pruna y Constable. Después le dará otro Casas, un Gimeno, un Anglada Camarasa, (todos igualmente falsos) un diamante falso y un talón sin fondos.

Los procesados

Los hechos se descubren cuando Jacinto Guergué acudió a la galería de un amigo e intentó vender uno de los cuadros de José Bella, que resultó ser falso. Curiosamente, dos bancos adquirieron sendas telas de Guergué, que fueron valoradas como buenas.De momento, se encuentran procesados Begoña Guerrero, Antonio Salviá, José Bella, José Fortuny y el pintor Manuel Pujol Baladas, autor de algunas de las obras que adquirió en este tiempo Jacinto Guergué. El abogado de este último intenta que prospere el recurso contra la conclusión del sumario para presentar una querella contra Juan Pelegrí, porque lo considera responsable igualmente de un delito de estafa. A los 47 cuadros depositados en la IV Zona de la Guardia Civil, se le sumarán la semana próxima otros 23. En total 70, obras que, de ser auténticas, tendrían un valor difícilmente calculable. Por ellas el empresario Guergué ha pagado unos 40 millones de pesetas. Los mismos que el juez pidió de fianza conjunta para los procesados

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