Rosa Montero: "Narrar es una inutilidad necesaria"
Su tercera novela, 'Te trataré como a una reina', se presenta mañana
Rosa Montero dio hace unos años un fulgurante salto del periodismo a la novela. Dos narraciones de aprendizaje, "en las que no conseguí despegar de mi piel", dice la escritora, la han llevado a la publicación, por la colección Biblioteca Breve de la editorial catalana Seix y Barral, de Te trataré como a una reina, su tercera novela, que mañana se presenta en Madrid. En ella, dice la autora, "he conseguido expresarme a mí misma a través de personajes que poco tienen que ver personalmente conmigo y he descubierto el valor de la ambigüedad, la necesaria inutilidad de la literatura de ficción".
En muy poco tiempo, casi con un deje de precocidad, Rosa Montero escribió dos novelas, lo que le permite ser, con poco más de 30 años, casi una veterana narradora. ¿Cómo se mira desde dentro este equipaje invisible?. "Crónica del desamor, dice Rosa Montero, "es una novela adolescente. Está pegada a mi piel, fue mi primer vómito literario. Luego, en La función Delta, mi segunda novela, me adentré ya en lo narrativo, inventé personajes y me peleé con ellos, como si fueran, respecto de mí, otros. Pero más tarde me di cuenta de que estos personajes seguían siendo yo misma".Tal vez era inevitable. Escribir novelas lleva consigo un sordo y largo esfuerzo de introspección, necesario para aprender a mirar como cosa propia a los universos ajenos. Se trata de un salto complejo y arriesgado, como todo despegue sobre el vacío. ¿Siente Rosa Montero que se ha despegado ya de su piel en Te trataré como a una reina? "Ha sido para mí, efectivamente, un salto inmenso, porque creo haber entrado con ella en el mundo narrativo real. Tengo la sensación, sin renegar de las dos anteriores, que ésta es mi primera novela. Probablemente esto se debe a que en ella hay un mundo totalmente recreado, personajes que no tienen apenas nada que ver personalmente conmigo, tanto biográfica como geográficamente. Y lo curioso es que, a través de ambientes y vidas ajenas e imaginarias, siento que he logrado expresarme a mí misma, incluso con más intensidad que cuando escribí sobre mí".
¿Le ha sido fácil hacer esta novela? "No. En realidad, lo he pasado muy mal escribiéndola, y esto me ocurre por primera vez en mi vida. Hice tres versiones. Cuando terminé la segunda pensé seriamente tirarla a la papelera, y si no lo hice fue porque Paco Pavón y José Manía Guelbenzu, que leyeron el manuscrito, me alentaron para que siguiera peleando con él. Les hice caso y conseguí lo que deseaba".
¿Y qué deseaba?. "Comenzó todo de una manera confusa. No encontraba el tono. No lograba dar encarnadura a los personajes ni tampoco otorgarles sentimientos. Encontraba muchas dificultades para expresarme a través de gente tan distinta a mí. Pero, poco a poco, esta sensación fue desvaneciéndose, y ahora creo haber conseguido un libro sólido, aunque tal vez menor, y cuando digo 'sólido', me refiero a que el tono narrativo se corresponde con las peculiaridades de los personajes y con la estructura de la ficción. De otra manera, que el lenguaje o, más exactamentel que el sentimiento y la forma se corresponden recíprocamente".
¿Dónde acaba la ideóloga y comienza la narradora? "Ningún personaje en Te trataré como a una reina habla por mí tú expresa mis ideas. Por eso creo que ésta es nú primera novela adulta. Esto me hace sentir expectación ante mí misma y ha despertado mi curiosidad frente a mi próxima novela. Creo que he dado un salto porque he aprendido escribiendo esta novela. Pero ¿qué haré con todo esto, que es nuevo para mí?".
¿Y dónde acaba la periodista y comienza la narradora? "Esa frontera es, para mí, un campo de batalla interior. He aprendido a escribir siendo periodista y como periodista, aunque haga periodismo literario. Cuando me enfrento con este aprendizaje ante una narración, me doy cuenta de. que el periodismo me ha proporcionado facilidad en el manejo del lenguaje, pero también otras cosas que son un lastre para una novelista. Por ejemplo, en periodismo, la claridad, la precisión y la concreción son valores en sí; pero en la narrativa no lo son, incluso todo lo contrario, pues la ambigüedad puede llegar a ser un valor en sí misma.
De otra manera, el periodismo no permite escribir ni una sola línea inútil, mientras que una novela, no es que permita, sino que exige una inutilidad necesaria".
En sus novelas, los personajes masculinos creados por Rosa Montero suelen parecer torpes, débiles, malévolos o crueles. ¿No será que los hombres somos los malos de sus ficciones? De otra manera ¿identifica masculinidad con maldad? "Creo que no es cierto. De hecho, en Crónica del desamor hay personajes masculinos positivos, y en La función Delta fui más lejos, porque el personaje más positivo del libro es precisamente un hombre. Tu pregunta expresa una etiqueta que me han puesto, y que sé que circula por ahí, pero que no responde a lo que realmente quiero ser y a lo que soy como persona y como escritora".
¿De dónde proviene esa etiqueta? "Creo que se debe a que estamos acostumbrados a calificar los valores, o algunos valores, sociales masculinos como si fueran neutros, cuando en realidad no lo son. Un novelista, e incluyo a los mejores, puede elaborar una novela en la que todos los personajes femeninos son desastres, mujeres malvadas o tontas, y esto no llama la atención, nadie se rasga las vestiduras por ello. La historia de la literatura está atestada de casos semejantes. Pero cuando se trata no de un escritor, sino de una escritora, las cosas cambian. Si una mujer escribe páginas parcialmente críticas (en mi caso insisto en que en mis novelas hay personajes masculinos positivos) respecto de los valores masculinos, esa crítica, por pequeña que sea, resalta como un pecado. No identifico masculinidad con maldad, en absoluto. Creo que, en todo caso, en nuestras relaciones entre sexos hay una situación de injusticia social que padecemos las mujeres, pero que también padecen los hombres. Lo que ocurre es que muchos hombres no se dan cuenta de que sufren".
Babelia
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