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Los 200 pesqueros de Bermeo, amarrados en protesta por el asesinato del ayudante de Marina

Sin otro símbolo del duelo y la protesta que las luces rojas colocadas a la entrada del puerto, varios miles de vecinos de Bermeo recorrieron anoche en silencio las calles de la localidad vizcaína para expresar su indignación por el atentado que el pasado sábado costó la vida al ayudante militar de Marina, teniente de navío José Vicente Comesaña. La totalidad de la flota pesquera bermeana -200 barcos- esperaba para hacerse a la mar, tras haber protagonizado su primer paro ajeno a causas laborales, como muestra de protesta por el asesinato del oficial, que, según los testimonios recogidos entre la población, "se había destacado por su dedicación a los problemas del pueblo".

"Esto no tiene reparación y no hay más remedio que parar la flota", opinaron en el momento de conocer su muerte los responsables del sector pesquero, según afirmaba ayer Manuel Berrítez, alcalde de la flota merlucera y encargado de la señalización del puerto bermeano. Junto a estas señalizaciones, entre avisos de asamblea y normas pesqueras, en la fachada de la sede de la cofradía de pesca diversos carteles llamaban a respetar la orden de etxegun (día en casa), que indica a los arrantzales la imposibilidad de hacerse a la mar."Nuestros problemas fundamentales son los de la pesca y el paro y esos, no se pueden solucionar con las armas", añadía el responsable de la flotilla merlucera que días antes de su asesinato solicitó desde Cudillero la mediación del titular del puesto de Marina de Bermeo ante un problema de calado surgido con los pescadores de aquella zona. "Ya podéis quedaros tranquilos porque se ha podido solucionar vuestro problema", le respondió el desaparecido militar, después de realizar gestiones entre Madrid y la Comandancia de Marina de Bilbao. Antes de incorporarse a la manifestación de ayer, Benítez comunicaba la sensación de incredulidad que sentía "como la mayoría del pueblo, ante la muerte de un hombre que se ha desvivido por arreglar nuestros problemas".

Entre el barro.

La misma reacción era expresada entre los responsales de la cofradía de pesca ante el asesinato de Antón -así se le llamaba en los ambientes pesqueros bermeanos al teniente de navío De Vicente-. "Un bermeano más que anduvo como todos -nosotros, con las botas caladas y entre el barro para solucionar el problema de los alimentos y conseguir el gasóleo que logró sacar la carga de pesca de la flota bermeana hasta los puertos de Avilés y Santoña, cuando el pueblo se hallaba aislado por las inundaciones", según la descripción aportada por Primitivo San Miguel, vicepresidente de la citada cofradía."No hay explicación para su muerte", añadía el presidente de la agrupación pesquera, Julián Gabancho, declarándose "orgulloso de la amistad y el entendimiento que hemos mantenido en todo momento en los problemas relacionados con la pesca", desde que el desaparecido titular del puesto de la Marina, se incorporara a la localidad, el pasado julio. Tras confirmar las reiteradas peticiones formuladas desde la cofradía para que el militar prolongara su permanencia en el referido puesto, a lo que De Vicente oponía el alejamiento de su familia residente en El Ferrol, Gabancho insistía en la consternación y el aumento de los problemas que paran la población bermeana, azotada ya por los problemas de la pesca.

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