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Llamamiento a la Unesco para evitar la desaparición de una cultura en peligro

Iniciativa para declarar la isla de Mozambique 'patrimonio de la humanidad'

El Gobierno de la República Popular de Mozambique ha pedido a la Unesco que declare "patrimonio de la humanidad" el conjunto arquitectónico, histórico, etnológico y ecológico constituido por la isla de Mozambique. La iniciativa cuenta con el apoyo del Gobierno portugués y de la Fundación Calouste Gulbenkian, de Lisboa, que encargó una misión para elaborar un proyecto que permitiría restaurar y salvar de la destrucción en curso a este "pequeño y único rincón del planeta".

Los trabajos de esta misión sirvieron de base para la realización de una exposición instalada actualmente en la sede de la Fundación Calouste Gulbenkian, en Lisboa, pero que tiene como objetivo más ambicioso concienciar a las autoridades culturales, los Gobiernos y la opinión pública internacional de la necesidad y urgencia de salvar la isla de Mozambique.El patrimonio en peligro no tiene la monumentalidad de los templos de Ubu-Simbel o de AngdorVat: las dimensiones de la isla no comportan grandes construcciones.

Se trata de una estrecha lengua de arenas y corales de tres kilómetros de largo y de 350 metros de anchura media, que no, se eleva a más de nueve metros encima de las aguas del océano Indico.

Ninguno de los monumentos que se pretende salvar de la acción devastadora del tiempo, del salitre y de los hombres merece un lugar especial entre los tesoros de la cultura universal: iglesias, mezquitas, mercados, fortificaciones militares y casas coloniales, con patios interiores y terrazas, no se distinguen por su belleza de otras muchas obras del mismo tipo, menos lejanas y mejor conservadas.

El carácter impar de la isla de Mozambique se debe a la mezcla increíble de razas, civilizaciones y religiones que quedó plasmada en cada piedra, en cada objeto decorativo o utilitario.

Extraordinario mosaico humano

Cuando Vasco de Gama descubrió la isla, el 1 de marzo de 1498 en el primer viaje marítimo hacia la India, ya encontró allí un extraordinario mosaico humano: los mercaderes del mar Rojo habían establecido, a lo largo de la costa oriental de África, una serie de escalas de la gran ruta marítima del oro, escogiendo las islas por sus cualidades defensivas, y Mozambique era una de estas escalas, rápidamente transformadas en ferias donde acudían negros, indianos, turcos, árabes y probablemente chinos, para cambiar sus productos.La llegada e instalación de los portugueses no modificó esta situación de encrucijada de civilización: intensificó más bien los intercambios comerciales y otros, y, añadió un nuevo elemento al complejo ensamblaje arquitectónico: surgen las fortificaciones militares, las iglesias cristianas y las casas de piedra, con sus balcones y portales, que recuerdan a los pueblos del Miño y de Galicia. En pleno siglo XVI, la. isla de Mozambique conoce un desarrollo urbano tal vez único en el África subtropical de la época: tiene calles empedradas, hospital, iglesias y conventos, casas comerciales y edificios administrativos.

La decadencia de la isla de Mozambique es muy reciente: empezó con la transferencia de la capital de la colonia para Lourengo Marques, hoy Maputo, en 1898, y se aceleró con la construcción de un puerto, próximo, pero sobre la costa continental.

La isla adormeció, pero no fue abandonada: el patrimonio cultural en ella depositado durante siglos permanece vivo, y esto con mueve a los visitantes, con la excepcional belleza natural del lugar.

Cerca de 9.000 personas viven hoy en la isla, y las técnicas de pesca por, el artesanato, conservan cuánto tiempo aún su pureza original.

El rico y variadísimo folklore, que recoge e integra todas las influencias culturales sobrepuestas, surge aun, con espontaneidad, de una población que une la sensibilidad artística al gusto innato de la fiesta, perpetuado, sobre todo, por las mujeres.

Para restaurar, preservar este patrimonio, los técnicos de la Fundación Gulbekian han elaborado un audaz y complejo proyecto, que incluye también estructuras turísticas, un centro universitario internacional, varios museos (etnografía, arte gráfica, conchas) y medidas de defensa del ecosistema.

El conjunto no deja de ser modesto en relación a otras empresas de salvación ya realizadas por la Unesco, pero sobrepasa, con mucho, las posibilidades financieras del Estado mozambiqueño.

La demanda está hecha, la decisión compete ahora a los Gobiernos de los países miembros de la Unesco.

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