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Tres residencias de la Seguridad Social, en el limbo de los justos

Cuando se abran, sobraran camas y habrán de cerrar varios hospitales. concertados

Milagros Pérez Oliva

Tres residencias de la Seguridad Social, con 2.000 camas hospitalarias públicas, y un hospital, el Clínico de la Autónoma, con 400 camas más, están preparados para entrar en funcionamiento, pero no está claro todavía si lo harán o no. La de Can Ruti ya está oficialmente inaugurada, pero sólo con 80 de las 1.200 camas posibles. Las otras dos están ya totalmente terminadas, una en la zona de Vic y otra en la de Sabadell-Terrassa. Tres grandes residencias y una dificil papeleta para el conseller Laporte, pues su apertura puede significar el cierre de media docena de hospitales, que ahora viven del concierto con la Seguridad Social. Una papeleta en la que difícilmente caben salidas salomónicas, pues la cuestión está en que el presupuesto sanitario es un pastel muy limitado del que cuanto más coma la iniciativa pública, menos quedará para la privada concertada.

Una de las incógnitas ya está despejada: el Hospital Clínico que compró la Universidad Autónoma de Barcelona cuando era rector el hoy conseller de Sanidad, Josep Laporte, no se abrirá. El centro, comprado a una mutua en Sabadell, ha sido habilitado para albergar unas 300 camas. Las otras incógnitas están por despejar y se presentan, además, especialmente problemáticas. Todas las fuentes consultadas coinciden en que lo de menos son los10.000 millones de pesetas que aproximadamente se han invertido en las tres residencias construidas. El problema son ya los 4.000 millones precisos para dotarlas de material sanitario (el déficit del departamento, de Sanidad alcanza 40.000 millones y los proveedores ya no fían) y los 14.000 millones de pesetas anuales que costarían a la Seguridad Social.

Menos conciertos

A razón de los siete millones de pesetas al año que le cuesta a la Seguridad Social cada cama hospitalaría, la puesta en pleno funcionamiento de estas tres residencias implicaría un gasto anual de 14.000 millones de pesetas de hoy. No está previsto para los próximos años un incremento del gasto sanitario español y por lo que respecta a Cataluña, el director general de Asistencia Sanitaria de la Generalitat, doctor Trías y Vidal de Llobatera, ya anunció que el próximo año únicamente se incrementarán las partidas de personal.Si no aumenta el presupuesto, parece claro, pues, que los 14.000 millones,sólo pueden salir de los conciertos, que este año suman 42.000 millones, frente a los 26.000 millones destinados a las residencias de la Seguridad Social. Si tenemos en cuenta que de la partida de conciertos, 11.700 millones de pesetas los acaparan el hospital de Sant Pau y el hospital Clínico, que con los conciertos de la Cruz Roja y los hospitales municipales de Barcelona, la cifra se eleva ya a unos 20.000 millones, el impacto de las nuevas residencias sobre los conciertos de las zonas donde estarán ubicadas será enorme. ¿Sobre qué hospitales?. El problema es extraordinariamente complejo y cualquier solución comporta estela de consecuencias.

Así está planteada en estos momentos la cuestión, sin hacer mención (y ya es grande esa omisión, por las implicaciones que tienen), de otros problemáticos proyectos como el del Hospital General de Cataluña, con 750 camas, que pretende un concierto con la Seguridad Social, o el Oncológico, con 450 más, que ya lo tiene prometido. La pregunta de cómo se ha llegado a ella provoca un mar de acusaciones mutuas.

Quienes gobiernan en la Generalitat alegan que las residencias fueron proyectadas antes de realizarse los traspasos. Los socialistas, por su parte, acusan a la dimitida directora general de Asistencia Sanitaria, Elvira Guilera, de haberse saltado a la torera el Mapa Sanitario que elaboró Ramón Espasa en la Generalitat que presidía Tarradellas; de haber permitido la ampliación de algunos hospitales y de haber concedido conciertos a otros, al lado mismo de las residencias que se estaban construyendo.

En la zona del Vallas, que era la peor dotada por la Seguridad Social cuando comenzó a construirse la residencia de Sabadell-Terrassa, sobrarán ahora camas, hospitalarias, y no pocas. La nueva residencia, con capacidad para 450 y dotada ya de gerente y director médico, está totalmente construida, aunque con tantos defectos y tan garrafales como que las camillas no entran en los ascensores.

Sobran camas en el Vallés

Su apertura afectará de lleno a los hospitales concertadós de la zona. Por ejemplo, puede afectar a la Mutua de Terrassa, que tiene 598 camas y un presupuesto de 2.000 millones, o a la Mutua de Sabadell, que suma entre sus dos centros 341 camas. También puede afectar a la Alianza de Sabadell, con 112 camas concertadas, o al hospital de Sant Llátzer, que cuenta con 328 camas. En la misma zona está el Hospital de la Virgen de la Salud, municipal, con 100 camas, y el Hospital del Tórax, un viejo mamotreto con capacidad para 1.200, de las cuales no llegan a 300 las que están en servicio.Algo parecido ocurrirá en zona sanitaria de Osona, cuando se pongan en servicio las 350 camas la residencia de Vic que comenzó a construirse en 1975 cuando aquello era un desierto hospitalario con 40.000 cartillas que emigraban a Barcelona cada vez que había necesidad de internamiento. En este caso el impacto es menos extenso, pero más intenso, porque sólo afecta a dos hospitales, pero al menos uno de ellos es totalmente incompatible con la residencia. Cuando ésta comenzó a construirse, existían en Vic dos centros privados, La Alianza, con 104 camas y el Hospital de la Santa Creu, muy viejo y deteriorado, con 93.

-El Mapa Sanitario de Cataluña estableció claramente las dotaciones que habían de satisfacer las necesidades de la zona, entre ellas, y como pieza fundamental, la residencia. Pues bien, mientras ésta se construía, el hospital de la Santa Creu recorrió el camino jurídico necesario para convertirse en fundación benéfico-privada y abordó un ambicioso proyecto de habilitación y expansión que obtuvo el visto bueno de la entonces directora general de Asistencia Sanitaria, Elvira Guilera, y un concierto que e permite vivir. Cuando la residencia cubrió aguas, el hospital de la Santa Creu tenía ya 169 camas concertadas. También La Alianza había ampliado su capacidad, hasta llegar a las actuales 146 camas.

Mientras tanto, la oposición a la residencia crecía, alentada por algunos profesionales de la medicina temerosos de que cada uno de los miembros de la plantilla médica de la residencia abriera su consulta particular en la acomodada capital de Osona.

Hoy existe una comisión mixta integrada por el Ayuntamiento, de gobierno convergente, los hospitales y la Generalitat, encargada de buscar solución al problema. Todos son partidarios de que la Seguridad Social haga una cesión de uso al hospital, de que éste abandone su viejo edificio y se haga cargo de la residencia. Pero fuentes socialistas reclaman participar en estas negociaciones. Ellos son partidarios de la solución inversa a la que propugnan los convergentes: que la residencia absorba al hospital, de lo cual existen en España al menos dos precedentes.

El largo camino de Can Ruti

El impacto que causaría la puesta en funcionamiento de las 1.200 camas de la residencia Can Ruti de Badalona sobre los hospitales de Barcelona es difícil de precisar. No son pocos los que auguran que Can Ruti no llegará a funcionar jamás y que incluso cerrarán los pocos departamentos abiertos. De momento, apenas están en servicios un centenar de camas que resultan carísimas, pues obligan a mantener al mínimo rendimiento servicios concebidos para diez veces más volumen de trabajo.Esta fue una residencia que nació ya con mal pie. Una personalidad local del franquismo, Santiago Schill, se enteró de que iban a construir una residencia en unos terrenos de Badalona, los compré por 9 millones de pesetas y los vendió luego al Ayuntamiento por cerca de 100.

Más tarde, las obras estarían cinco años paradas, porque nadie había previsto los accesos a aquel emplazamiento. Al cabo, se han invertido unos 8.000 millones de pesetas, se precisarían unos 2.000 más para ponerla totalmente en servicio y su mantenimiento anual no se zanjaría por menos de 7.500 millones al año.

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