Espera de un donante
Con relación a la carta publicada en su diario el domingo día 16 de octubre de 1983 y firmada por Ramón Castilla, donante de sangre, deseo manifestar que lamentamos sinceramente lo ocurrido el sábado día 1 de octubre de 1983 con motivo de su intento de donación de sangre en la Ciudad Sanitaria de La Paz. Lo sentimos doblemente, primero porque somos conscientes del valor del tiempo y lamentamos que perdiera el suyo en la espera de casi una hora sin que se procediese a la extracción. Y lo sentimos, sobre todo, porque no sólo no pudiera realizar su acto generoso y altruista, sino que, además, se marchase con el convencimiento de que ello había sido debido a incumplimiento, del médico responsable de la misma, que, denigrando su profesión, no había acudido a su puesto de trabajo y se burlaba del donante (y, por ende, de todo lo demás).El médico responsable de atender a las posibles complicaciones de una donación de sangre durante ese día se encontraba en el Servicio de Hematología y Hemoterapia de la Ciudad Sanitaria La Paz (servicio del que depende la donación de sangre) desde las 8.40 horas, visitando enfermos ingresados en el servicio con problemas graves de hemopatías malignas, es tando a disposición del señor Castilla, y de cualquier otra persona interesada en aclarar este incidente, toda la información documental pertinente y testimonios de enfermería que así lo demuestran. Cuando este médico fue informa do, a las diez, de que había un donante esperando su presencia para poder comenzar la extracción, se personó en el lugar de la misma lo antes que le fue posible (aproximadamente, a las 10.10 horas), momento en que ya se había marchado.
En ese mismo día se encontraban también de turno, en otras dependencias del servicio, los doctores De la Cámara y Losada, a quienes tampoco se les notificó la presencia de un donante en espera, a pesar de haber llegado al servicio antes de las nueve (hora de entrada al servicio ese día, y no a las ocho, como erróneamente fue informado el señor Castilla).
Ignoramos por qué el personal auxiliar de la extracción no pudo localizar a alguno de los médicos del servicio antes de las 10 horas, y no entendemos tampoco las razones por las que el señor Castilla se fue tan molesto -aparte de su natural desencanto por no haber realizado su altruista propósito-. Quizá, si hubiese vuelto más tarde, como, al parecer, indicó que haría, se hubiese podido aclarar este triste malentendido, y nosotros habríamos conocido las razones de su mala -pésima- información. El señor Castilla puede quedar absolutamente tranquilo sobre la inexactitud de su sospecha de negligencia o desinterés por parte del galeno, y tendríamos sumo gusto en mostrarle las pruebas a este respecto personalmente, posiblemente con motivo de su próxima donación de sangre, que esperamos realice a no tardar con su habitual generosidad. /
Médico. Jefe clínico del Servicio de Hematología y Hemoterapia. Ciudad Sanitaria La Paz.
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