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Líbano vive en plena psicosis de nuevos atentados contra norteamericanos y franceses

La capital de Líbano vivió ayer en plena psicosis de nuevos atentados dirigidos contra la fuerza multinacional norteamericana y europea y el contingente militar estadounidense fue puesto durante largas horas en estado de máxima alerta (condition number one) para hacer frente a cualquier eventualidad.

Tan sólo 48 horas después del doble atentado que costó la vida el domingo a 209 marines norteamericanos y 35 paracaidistas franceses -según los últimos balances provisionales facilitados-, el comandante en jefe de los infantes de marina desplegados en torno al aeropuerto internacional de Beirut, coronel Timothy Geaghty, "recibió informes de servicios de inteligencia sobre la presencia en las inmediaciones de la base de tres vehículos cargados con explosivos", según explicó el portavoz estadounidense, comandante Robert Jordan.Los 1.300 marines norteamericanos -más de 300 militares han sido dados de baja a raíz del atentado suicida- fueron inmediatamente puestos en estado de alerta y, vestidos con chalecos antibalas, se dirigieron a sus trincheras y puestos de observación fortificados, reduciendo al máximo los desplazamientos de sus vehículos para ofrecer menos blancos a un eventual enemigo, pero sin llegar a interrumpir la operación de rescate de los cadáveres aún sepultados bajo los cuatro pisos de escombros del antiguo cuartel general de la 24ª unidad anfibia, destrozado por el estallido del pasado domingo.

Pero una vez los civiles expulsados del recinto militar y cerrados todos sus accesos, los infantes de marina no tuvieron que protegerse de los impactos de metralla de nuevas explosiones, sino de las ráfagas de metralleta disparadas por anónimos francotiradores apostados en los tejados de las casas del cercano barrio de Hay el Sellom, controlado por la milicia confesional chiíta Amal.

El Ejército regular libanés reforzó también los controles en la autovía que conduce al aeropuerto, registrando sistemáticamente todos los automóviles y provocando enormes atascos, aunque, según fuentes de la fuerza multinacional, buscaban especialmente los coches cuyas matrículas tenían apuntadas en una larga lista manuscrita.

Poco antes de que fuesen puestos en alerta, los marines habían recibido unos 300 hombres de refuerzo llegados de madrugada de Alemania Occidental para sustituir a las víctimas del atentado, y el comandante Jordan anunció el aterrizaje, a última hora de la tarde, de nuevas tropas frescas, cuyo aporte situará a los efectivos norteamericanos por encima de los 1.600 infantes de marina inicialmente previstos.

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