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4.000 obreros han asumido la titularidad de sus empresas en crisis en el País Vasco

El desmantelamiento de industrias en el País Vasco ha originado un fenómeno reciente y todavía no consolidado: la reapertura de empresas cuya propiedad ha pasado a manos de sus propios trabajadores.En los últimos cinco años, más de 4.000 obreros, a quienes la crisis había destinado a engrosar la masa del paro, han asumido la titularidad de 54 empresas, como cooperativas o sociedades laborales, tomando parte en una aventura económica en la que han apostado todos sus recursos. Conservar el puesto de trabajo es el objetivo en un momento en el que la crisis invita al abandono empresarial y no deja respiros.

Ante la amenaza del paro, más de 4.000 trabajadores vascos han tomado la iniciativa de reabrir las empresas en que anteriormente prestaban sus servicios, y, para ello, han invertido créditos personales y las indemnizaciones del Fondo de Garantía Salarial, y desempeñando un papel que nunca antes habían ejercido: conjugar capital y trabajo, forzados por una situación de emergencia que, en muchos casos, les obliga a posponer la aplicación de planteamientos como la socialización o la democratización real de los poderes de decisión interna.

Una disyuntiva difícil porque la alternativa al desempleo ofrece riesgos suplementarios y los intentos de levantar industrias truncadas han terminado en algunos casos en fracasos colectivos. Muchas de estas sociedades, en su nueva etapa de supervivencia, toman la fórmula de cooperativas, y otras, de sociedades anónimas laborales. Todas ellas reclaman la creación de un instituto de crédito oficial que les permita ampliar su actual margen financiero y responder a los plazos de lanzamiento y consolidación previstos.

La creación de estas nuevas sociedades ha sido definida con el término "movimiento neocooperativista" para desligarlo del grupo cooperativo de Mondragón, que cuenta con el motor financiero de la Caja Laboral Popular. En algunos casos, las nuevas sociedades pretendieron sin éxito integrarse en el grupo cooperativista de la Caja Laboral Popular, que en la actualidad sigue la política de no ampliar su conunto empresarial.

Ramón Álvarez, director del gabinete de asesoramiento empresarial AZTER, afirma que la reapertura de estas empresas no puede ser clasificada con el término "reciclaje", sino que se trata de "la creación de nuevas empresas con todas, sus consecuencias, nuevas sociedades que cuentan con los activos humanos y la experiencia de las empresas cerradas". A su juicio, las únicas salidas posibles pasan por realizar profundas modificaciones en los medios de fabricación y en la calidad y gama de los productos.

Más en concreto, Ramón Álvarez sostiene que el objetivo debe ser el alcanzar altos niveles de productividad y abordar productos que requieran una cualificación profesional a la altura de lo que la mano de obra del País Vasco puede actualmente aportar.

El director de AZTER cree que las nuevas cooperativas deben buscar productos cuya exigencia en calidad y diseño requiera para su fabricación un personal de alta experiencia y huir de los campos de competencia entre países con menor capacidad de producir calidad y con mano de obra más barata y cualificada.

Algunas empresas, como Logos, que ha sustituido a la firma Yany, fabricante de muebles de cocina, han remontando de hecho el período crítico y en la actualidad amplían sus áreas productivas. Esta misma empresá, exponente de este nuevo movimiento neocooperativo, ha lanzado al mercado una serie de nuevos modelos de muebles destinados al equipamiento médico, que han sido presentados esta semana en Expomédica.

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