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Una Yocasta valona y un Hamlet flamenco, en el Festival de Teatro de Sitges

La segunda jornada del XVI Festival Internacional de Teatre de Sitges ha tenido por protagonistas a los belgas. El sábado por la tarde, en el Retiro, se ofreció Yocasta, de Michèle Fabien, presentada por el Ensemble Theatral Mobile, de Bruselas, y la noche del mismo día, en el Prado el Nederlans Toneel Gent, de Gante puso en escena un HamIet adaptado al flamenco por Hugo Claus.

Yocasta es un monólogo de algo más de una hora de duración, interpretado con gran corrección por una única actriz: Laurence Fèvrier. El texto, por desgracia, es de unas pretensiones insospechadas, que se quedan en eso, en puras pretensiones y, para colmo, adolece de una absoluta falta de teatralidad. Una escenografía en forma de panteón funerario que se daba de patadas con la sala y la distribución del público en la misma contribuyó a hacer aún más notoria la incapacidad del texto para conectar con el público y transmitirle alguna tensión.

El HamIet de los flamencos ya fue otra cosa, mucho más divertida, a pesar del flamenco, de la lengua. Por lo menos había allí un cierto desenfado inteligente, una cierta imaginación plástica y un Hugo Van den Berghe (Hamlet) pletórico de facultades, capaz incluso de hacerse aplaudir interpretando el personaje de la Dida, en flamenco y ante un público de esquimales. ¡Qué vitalidad tiene este hombre! Lástima que no se nos facilitase una traducción de la adaptación de Claus.

Sin embargo, lo más interesante que hemos visto hasta ahora, de lo que más se habla en Sitges y lo que mayormente parece encajar con el nuevo rumbo que se le quiere dar al festival, ha sido el espectáculo de Albert Vidal: Parc antropològic. Ese espectáculo consiste en ofrecer, durante unas 40 horas -pero hay intención de prorrogarlas-, la visión de un hombre enjaulado. El hombre, un ejecutivo cualquiera, no se halla entre rejas, pero sí se ofrece sobre una mancha de césped, al pie de la iglesia en pleno paseo de Sitges, frente al Gustavo. Es un monstruo, es decir, un ser que se muestra, etimológicamente hablando. Y se muestra en su salsa: rodeado de su sillón, de su cama, de la nevera, del lavabo, de la mesita del despacho, de la báscula, del televisor, un monstruo envuelto en su pisito. Vidal dice que para montar esa acción teatral se ha pasado horas y horas contemplando a Copito de nieve en el zoológico de Barcelona. Me lo creo.

Lo único que siento es que la imaginación de Vidal, tan rica, no haya alegrado la jaula de ese monstruo de nuestra cotidianeidad con la presencia alegre, aunque fuera esporádica, de una hembra. ¿Por qué no una Yocasta, la madre-esposa? Yocasta y el ejecutivo; eso, la bella y la bestia, o viceversa. ¡Qué delicioso festival de vanguardia nos estamos perdiendo!

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