Perplejidad en un
principio, y miedo más tarde, es lo que he sentido ante la polémica desatada a causa vde Nacho. Sé que las posturas están radicalizadas; a los que defienden el aborto se les acusa de asesinos sin escrúpulos. Los antiabortistas son considerados como involucionistas manejados por el capital. Lo que nunca sospeché es que el enfentamiento llevara a re negar de la libertad de expresión. Que la ley del Aborto es algo que puede abrir una brecha entre dos Españas es, cuando menos, previsible. Pero que la libertad de ex presión, como exponente de un común modelo de sociedad, no sirva como puente sobre esa brecha, antes al contrario, es desolador.Estoy de acuerdo en que las campañas contra el aborto que podemos leer en paredes y periódicos llegan a ser morbosas; me da pena la forma en que se está llevando el tema (por ambas partes), que dice muy poco en favor de la capacidad de análisis objetivo y diálogo racional del español, pero creo que el gusto personal no puede ser un freno a la libre difusión de ideas; sería ridículo.
Que piensen todos aquellos que claman contra la publicación del famoso panfleto si su reacción no es análoga a la postura de quienes desdeñan la veracidad de un medio de información y únicamente buscan que se adecue a su manera de pensar. / Madrid.
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