Yasir Arafat: "Estoy preso en Badaui"
"Estuve sitiado cerca de Amman, en Jordania, en 1970; en Nabatiye, en la llanura libanesa de la Bekaa, en 1973; en las ciudades libanesas de Tiro y Sidón, en 1976; en Beirut, en 1982, y ahora lo estoy en Badaui, al Iado de Trípoli, y creo que no será la última vez", dice Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), cuando aparece ante media docena de periodistas -entre los que figura el enviado especial de EL PAIS- en el campamento de refugiados palestinos cercado por varios miles de soldados del Ejército sirio y centenares de fedayin sublevados contra su dirección.Ya en el campamento de Badaui no se advierte ningún síntoma aparente de nerviosismo en sus calles estrechas y polvorientas, pobladas por 15.000 habitantes y decenas de cabras y gallinas, a pesar de la masiva presencia militar enemiga en los alrededores, y los obreros de la construcción se esmeran incluso en arreglar los muros de algunas casas de ladrillo o edifican una pequeña escuela como si no temiesen la inminencia de la ofensiva.
Todo parecería normal en la tarde aún cálida del otoño libanés si no fuese porque, en las cercanas colinas de Turbol, varios centenares de milicianos fieles a Arafat cavan trincheras y limpian sus armas ligeras -excepto algunos cañones, no disponen de armamento pesado- en previsión de lo que podría ser la última batalla de los combatientes de la. OLP.
"Será como un segundo sitio de Beirut"
"Será como un segundo sitio de Beirut", afirma Ahmed, un miliciano palestino leal, cuando se le pregunta sobre las posibilidades que tiene la OLP de hacer frente al ataque sirio. "Y si en la capital aguantamos tres meses el asedio israelí, aquí, frente a los sirios, que están militarmente menos preparados, resistiremos por lo menos un año".Todo parecería normal en Badaui si no fuese también por la facilidad con que la Prensa internacional es recibida por el máximo líder de la resistencia palestina, que aunque asegura hasta la saciedad que la resistencia "sigue tan fuerte como siempre", pide veladamente auxilio. Líder indiscutido de la resistencia palestina durante 15 años, recibido con honores de jefe de Estado en medio mundo, desde Moscú hasta Nueva Delhi; aclamado por muchedumbres árabes enfervorecidas, el presidente del Comité Ejecutivo de la OLP aparenta estar más cansado que de costumbre -envejecido, dice una periodista-, pero a pesar de la precariedad de las condiciones materiales en las que vive en el campamento, su aspecto es cuidado y su uniforme está limpio y perfectamente planchado.
Abu Amar -nombre de guerra de Arafat- acoge a los corresponsales con su tradicional sonrisa y hasta un abrazo amistoso para aquellos que vuelve a ver, mientras sus guardaespaldas, armados hasta los dientes, vigilan atentamente cualquier movimiento sospechoso desde las ventanas de la pequeña habitación de un edificio de tres pisos -el más alto del campamento- donde se celebra el encuentro.
A lo lejos, hacia el Este, en las estribaciones de la montaña situada a ocho o 10 kilómetros, se pueden divisar con gemelos las concentraciones del Ejército de Siria, mientras en dirección oeste, el mar Mediterráneo, surcado por la marina israelí, baña casi las últimas casas con techos de lona del campamento de Badaui.
"Estoy preso en Badaui", reconoce de entrada Arafat ante sus interlocutores, "pero no es la primera vez que esto me ocurre, ni probablemente será la última". "¿Ya no es usted libre de sus movimientos?", le pregunta un colega. "Hombre", contesta en tono irónico el portavoz de la OLP, Ahmed Abdel Rahman, "uno siempre puede desplazarse, a condición de no olvidarse de llevar una pistola al cinto cuando cruza los controles que nos han puesto por aquí".
"¿Cree usted, Yasir Arafat, que los sirios van a dar el asalto al campamento?". "No lo sé. Pregúnteselo a ellos. Espero que el presidente sirio, Hafed el Asad, sepa pararse a tiempo. Pero por ahora", recalca, "siguen acumulando hombres -especialmente brigadas de comandos- y material bélico, carros de combate, artillería, etcétera. ¿Quieren que continúe la enumeración?", pregunta a su vez el entrevistado.
Arafat se resiste a explicar por qué le acosa el régimen baasista -"es difícil y largo de contar", afirma-, pero descarta rotundamente haber cometido cualquier error en su relación personal con el jefe de Estado sirio, Hafed el Asad, al que le enfrentó una gran rivalidad. "A él habría que preguntarle si no se ha equivocado en su relación conmigo" observa.
Pacto entre Siria y Estados Unidos
A falta de aclaraciones sobre los motivos de la hostilidad siria contra su política al frente de la OLP, Arafat denuncia con virulencia "el pacto norteamericano-sirio para acabar con la resistencia palestina fuerte e independiente", pacto que, según él, goza además de las simpatías israelíes.Cuando se le pregunta si podrá hacer frente a esta temible alianza el chairman (presidente), como le llaman en inglés sus cada vez menos numerosos seguidores, deja entrever por primera vez un cierto pesimismo en su respuesta: "De verdad, prefiero no contestar".
En un inglés cada vez más suelto, Arafat rechaza tajantemente cualquier responsabilidad personal en la actual crisis interpalestina y las numerosas adhesiones a la sublevación capitaneada por el disidente Abu Musa. "No se trata de un conflicto en las filas palestinas, sino de un enfrentamiento siriopalestino. Es curioso que sólo surjan divisiones entre nosotros allí donde están las tropas sirias".
"Mire", añade, dirigiendo sus ojos acuosos al periodista -algunos médicos aseguran que probablemente padezca cataratas-, en contra de lo que suele ocurrir en esta región del mundo, donde las elecciones se ganan por el 99,9% de los sufragios, si es que no se dan golpes de Estado militares, yo he sido elegido presidente del Comité Ejecutivo de la OLP por el Consejo Nacional Palestino (Parlamento en el exilio) de forma absolutamente democrática, y por si fuera poco, la población de los territorios de Cisjordania y Gaza, ocupados por Israel, que no pudo entonces votar, manifiesta diariamente su apoyo a la dirección de la resistencia mediante manifestaciones y declaraciones".
¿Entonces, el chairman no ha cometido errores? "Sí, uno", contesta con solemnidad: "no haber hecho más hincapié, sacado más, partido de la aprobación por todos los jefes de Estado árabes, en septiembre de 1982, del plan de paz de Fez para Oriente Próximo" (plan que prevé el reconocimiento árabe de Israel tras la creación de un Estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza).
Durante un breve instante, Arafat, se desprendió de su sonrisa para regañar a un periodista que se atrevió a preguntarse sobre la corrupción que se dice reina en las filas palestinas -"es usted injusto", le dijo-, antes de explicar su regreso a Líbano (el 16 de septiembre, tras tres meses de ausencia) por su "deber de estar al lado de mis gentes cuando están amenazadas". "Es el único motivo por el que merecía la pena que me dejase atrapar aquí".
"No queremos interferir en los asuntos libaneses"
¿No volvió también para apoyar ,a la guerrilla drusa en lucha en las montañas del Chuf contra las fuerzas gubernamentales libanesas? "Ningún palestino bajo mis órdenes peleó allí contra el Ejército libanés o las milicias cristianas, y los fedayin que se desplazaron hasta allí sólo lo hicieron para acercarse a las líneas israelíes". "No queremos interferir en los asuntos internos libaneses". Arafat se muestra, sin embargo, dispuesto a marcharse de Líbano, el país que le ha acogido durante más de una década, "para evitar un derramamiento de sangre, para salvar la paz". "Pero antes", precisa, "me gustaría conversar sobre este tema con el Gobierno libanés". "Y después", concluye, "quisiera regresar a mi tierra, a Palestina".Un capitán de libanés, de una posición situada más allá de los puestos de control y observación de las fuerzas de Damasco que rodean Badaui, nos confirma las cifras de la OLP sobre el despliegue militar sirio: "En las inmediaciones de los campamentos cuentan con sólo varios centenares de soldados provistos de armas ligeras, pero en las faldas de la montaña pueden disponer desde principios de semana de hasta 12.000 hombres, 50 carros de combate soviéticos T 54 y T 55, 60 vehículos de transporte blindados, centenares de camiones y un número indeterminado de cañones de 120 y 130 milímetros".
¿Van a atacar Badaui? "No directamente" contesta un teniente; "primero habrá una provocación, palestinos prosirios y leales se liarán a tiros, como ya ocurrió la semana pasada. Estos incidentes sirvieron de pretexto a Damasco para concentrar tropas, y cuando se reproduzcan, los aprovechará, esta vez para intervenir directamente e, invocando la necesidad de mantener la calma, desencadenar una ofensiva contra el último bastión de Arafat".
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