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Pedro Panadero y Angel Fernández

La reclamación de dos vecinos de Getafe obliga a Iberduero a devolver a los usuarios más de 1.000 millones de pesetas

No militan en ningún grupo político, organización ecologista o asociación de consumidores. Tampoco son abogados ni especialistas en energía eléctrica. Y sin embargo Pedro Panadero y Ángel Fernández, dos vecinos de la madrileña población de Getafe, consiguieron que, dos años después de iniciada una batalla que muchos calificaron de quijotesca, el Ministerio de Industria y Energía les diera la razón en la reclamación que habían presentado frente a Iberduero. La compañía eléctrica, según la decisión final de la Administración, había incrementado irregularmente el alquiler de sus aparatos contadores y limitadores de potencia, lo que supone que tendrá que devolver entre 1.000 millones y 2.500 millones de pesetas a casi un millón de sus abonados.

Si aquel empleado de las oficinas que Iberduero tiene en la getafense calle del Rayo hubiera atendido con corrección a Pedro Panadero, tal vez la compañía hubiera podido ahorrarse muchos cientos de millones de pesetas, y el asunto del cobro irregular del alquiler de contadores no hubiera salido a la luz. Pero no fue así: el empleado despachó con malos modos al joven y éste salió de las oficinas con una decisión tomada: "Algún día os engancharé", se prometió a sí mismo.Pedro Panadero no es una persona iracunda, sino más bien afable y bienhumorada, pero aquel día de febrero de 1980 tuvo la sensación de que le habían humillado en público. Panadero tenía entonces 25 años, había terminado. sus estudios de Medicina y apenas hacía unos meses que se había casado. "A mi padre le tocó la lotería y nos compró un piso, así que fui a solicitar el alta de la luz y fue entonces cuando me trataron a patadas". Desde ese día, el joven médico se dedicó a estudiar con lupa los recibos de la luz, hasta que, en el verano de 1981, creyó encontrar algo raro. Esa posible anomalía era que se acababan de elevar los alquileres de los aparatos contadores y limitadores de potencia desde 23,40 pesetas a 94 pesetas.

"Volví a la oficina de la calle del Rayo a preguntar las causas de la subida y, otra vez, el listillo de turno quiso dejarme en ridículo. En voz alta y delante de otros clientes, me soltó: 'Usted, como persona de estudios, tiene la obligación de conocer todos los boletines'. Y me estudié todos los boletines oficiales del Estado, desde 1952 hasta ahora". Pronto Panadero descubrió el punto flaco del pretexto usado por Iberduero para la subida del alquiler. "Decían que ahora instalaban aparatos especiales, cuyo precio y alquiler son más caros, pero yo averigüé que los usuarios domésticos no estamos obligados a tenerlos".

Panadero presentó una reclamación ante la delegación en Madrid del Ministerio de Industria y Energía y ante la propia compañía, solicitando la devolución de su dinero. "Estuve a punto de abandonar; necesitaba a alguien que me levantara la moral y fue entonces cuando apareció Angel". Ángel Fernández, un delirante de la empresa aeronáutica CASA, de 31 años de edad en la actualidad, casado y con dos hijos, no conocía de antemano a Panadero, pero tomó su batalla como propia. "Leímos muchas leyes, perdimos horas en innumerables despachos y gastamos un dineral en pólizas. Todos decían que estábanos armando un lío por algo más de diez duros al mes", recuerda Fernández. El pasado 16 de septiembre fue el día de la resolución final: Iberduero había perdido. Panadero y Fernández no brindaron con champaña, aunque se sintieron orgullosos. "Mi consejo a todo el mundo", dice el primero, "es que, cuando vea alguna arbitrariedad, recurra, que algo queda".

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